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¿Ventiladores mexicanos?

¿Ventiladores mexicanos?

Columnas lunes 27 de abril de 2020 -

Para nadie escapa que la ausencia de ventiladores es una realidad que afecta al país frente al Covid-19. Es uno de los imponderables de esta pandemia para la que nadie estaba preparado, ni los países del primer mundo ni aquellos en desarrollo. En ese inédito escenario, las iniciativas del talento mexicano han surgido para hacer frente a esta adversidad. Desde el sector público, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología que dirige Elena Álvarez-Buylla Roces es la apuesta más seria que hay en México sin desdoro de otras iniciativas que hay sobre la mesa. El sector privado, empero, no se ha quedado atrás. Aquí y ahora se ha reportado en los medios que CIFO Technologies, que dirige Fernando Flores, se encuentra distribuyendo unos ventiladores hechos a imagen y semejanza de las necesidades del Covid-19 maximizando sus efectos positivos y minimizando sus complicaciones al no ser invasivos; es decir, que no requieren intubar o colocar una cánula al paciente vía traqueal, que es uno de los problemas que la comunidad médica ha señalado como un riesgo para los pacientes que puede resultar contraproducente en muchos casos.
Como principio general se puede afirmar que inventar o innovar en tecnología es la excepción y no la regla. Menos todavía esa tarea se puede llevar a cabo en tiempos de dificultad, como una suerte de carrera de obstáculos, con los tiempos en contra y con necesidades particulares, lo que representa un doble reto que se ha enfrentado con éxito. El acierto de esta empresa reside no sólo en construir ventiladores que se necesitan, sino hacerlos para que se ajusten al enfermo y no, como en los creados previamente para otros propósitos, en los cuales el enfermo debe adaptarse a lo que existe en el mercado. Hace tiempo había toda una campaña que sostenía que: “Lo hecho en México está ¡bien hecho!” que refería a la capacidad de elaborar una buena maquila hecha en México con tecnología extranjera, por supuesto y esto en sí mismo ya es punto de orgullo porque esa tarea requiere también de disciplina y destreza.
Hoy, esa vieja conseja que buscaba levantar el estado anímico colectivo de ser una buena mano de obra parece empezar a quedar atrás para pasar de lo hecho en México a lo creado en México y bien creado. Esto representa un salto enorme, que marca un parteaguas de los moldes estructurales del comportamiento y de la autopercepción del mexicano y, con ello, rompe las ataduras de la caracterología patria que tanto Samuel Ramos como Octavio Paz y otros pocos han estudiado. Veían como común denominador un complejo de inferioridad del mexicano (no que fuera menos en modo alguno, sino que se percibía, [se percibe] a sí mismo menos como un modo de acto fallido freudiano). En su clásica obra El laberinto de la soledad, Paz justificaba ese complejo por “una soledad que despierta en la adolescencia y que tratamos de sobrellevar a través del uso de máscaras, caras ajenas a nosotros mismos que nos representan y con las cuales nos presentamos ante los demás. El silencio es la mejor arma, es mejor ser callado y reservado que llorar y ser observado”.
En efecto, siempre se ha ponderado la abnegación, la solidaridad, la capacidad de resignación y la generosidad del mexicano, pero en la narrativa predominante no se encuentran sus cualidades de excelencia científica y tecnológica en el contexto mundial. Si fuera Taiwán, Japón o Alemania, no sería de extrañar, sería algo no sólo posible, sino probable que esa afirmación tuviera asideros en la realidad. Que sea México sí que es una revelación que habla muy bien de lo que se puede hacer con todo en contra, como en este caso de los ventiladores. La apuesta del sentido común, de lo que estaba hasta unos días en el radar de los entendidos mexicanos, era apostar por el apoyo extranjero para hacer frente a la escasez de ventiladores. No creo que nadie —o casi nadie al menos— pensara seriamente que en México había la capacidad real para hacer frente al Covid-19 en este rubro más allá de la retórica políticamente correcta. Y la realidad es que, desde Metepec, Estado de México, donde tiene su sede CIFO Technologies se ha dado (se nos ha dado) una lección de que sí hay capacidad y talento para crear, para innovar, una buena noticia que no había que dejar pasar sin mencionar en este contexto donde todo lo negativo y lo malo se ha convertido en el deporte nacional. Una de cal por las que van de arena.


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