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Trascendió que Google pagará más de 600 millones de dólares a un fondo para distribuir entre usuarios. Para la empresa tecnológica, aunque no es una suma menor, no representa un monto que la hiera de muerte ni mucho menos. Más interesante será lo que se vea obligada a hacer, o dejar de hacer, para que competidores como Microsoft (a través de bing) y otras, tengan una posición más competitiva. Esto importa porque sienta un precedente para todas las empresas de tecnología, y si se centraron en algo tan básico como la búsqueda en internet, seguramente no tendrán problema en reiterar el criterio cuando se trate de procesos o acciones relacionadas con la inteligencia artificial. Al ser los mismos gigantes tecnológicos los que están desarrollando y aplicando herramientas de IA, tendrán que cuidar mucho lo que puedan dar a conocer, patentar, registrar y todo lo que pueda conllevar a la eventual monetización para su empresa del producto de su investigación; en materia de tecnología generalizada, no es tan claro cómo hacerlo.
En el mismo contexto, el CEO de Meta, Mark Z., advirtió a los inversionistas que los avances que ha hecho la empresa en IA, tomarán años para poder monetizarse como tales. Quizás porque las ganancias de la compañía siguen siendo cuantiosas. El punto de análisis, entonces, consiste en conciliar los datos financieros de Meta con la caída de los mercados a raíz del colapso de la bolsa japonesa, y las indexadas a empresas tecnológicas; de hecho, las acciones que sí se desplomaron fueron las de Apple, Nvidia, Google y Amazon. La primera parte de la respuesta la da el caso ejemplar del proceso mediante el que la empresa Dell se salvó de la quiebra. Hace varios años, el CEO se enfrentó con la disyuntiva de llevar a cabo las acciones necesarias para el crecimiento a largo plazo (ampliar la venta de hardware a los servicios digitales) y mantener contentos a los inversionistas, que tienen una visión de corto plazo y ven la vida por trimestres, no por décadas. La solución fue asociarse con un fondo privado y convertir a Dell en una empresa privada, en contrasentido de lo que hacen las empresas normalmente, que empiezan siendo privadas y se vuelven públicas. Eso le permitió concentrarse en la estrategia de largo plazo, que en su caso era necesario porque él sabía que el futuro de las utilidades estaba en los servicios, pero no el presente.
En esta tesitura, muchas de las empresas que han recibido montones de dinero se encuentran, para los shorts sellers, en una burbuja, y eso explica que se les haya acabado la paciencia. De ahí las afirmaciones de que Nvidia está sobrevaluada, y semejantes. Creo que la segunda parte de la respuesta es más sencilla: en lo que respecta a la IA, los inversionistas en todo el mundo están en la posición de los buscadores de oro en el siglo XIX o de petróleo en el siglo XX: es decir, aquellos aventureros sabían que había oro y petróleo, pero no exactamente dónde ni qué tanto. Eso provocó que algunos se hicieran millonarios y otros murieran envenenados en las minas o arruinados excavando desiertos.
En este contexto, como la IA se ha vendido como lo que va a cambiar el mundo, y que hay que llegar a tiempo a ese momento (para desarrollarla, para usarla, para defenderse de ella), todos se suben a todos los trenes que tengan esas siglas en algún lado de su objeto social. Eso hace que muchas empresas, no sólo las grandes, hayan recibido ya millones de dólares en inversión esperando resultados, algunos los han generado, y otros no, porque así es la vida. Además, la tecnología requiere de dinero para desarrollarse, pero hay un punto de inflexión donde más dinero no implica mayor velocidad para realizar avances o descubrimientos. A veces más dinero sólo implica eso, más dinero. Y empiezan los rendimientos decrecientes. La avaricia de los inversionistas bursátiles ha hecho que además de meter dinero a Nvidia, lo metan en muchísimas empresas medianas o pequeñas, buscando el próximo “unicornio”. Pero casi ninguna es, porque esas historias son excepcionales, y por eso son famosas. Lo más probable es que esta historia de fiebre del oro y especulación a la vieja usanza termine con un mercado cauteloso, pocas empresas de IA consolidadas, y muchos aficionados arruinados por estarle jugando al inversionista visionario. Como siempre.