Si de algo no podemos señalar a Donald Trump es de inocente en el terreno político, será impulsivo, anti sistémico, mentiroso y hasta ventajista, pero inocente nunca. El tener la posibilidad de mantenerse como presidente y ser candidato a esa misma posición le da una ventaja importante.
Sólo basta revisar algunos hechos recientes. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador visitó a su similar estadunidense, trataron asuntos de Estado, hablaron y protocolizaron un nuevo acuerdo comercial (T-MEC, UMSCA o CUSMA) y el equipo de campaña del candidato republicano (Trump) utilizó imágenes de esa visita en un promocional para la contienda electoral. Otro botón de muestra es que el presidente Trump designó a un nuevo director general del Servicio Postal (Louis DeJoy) su amigo y patrocinador en la campaña de 2016, (también en la de este año) en busca de contener el voto por correo en beneficio del republicano.
Y para finalizar, hace unos días el presidente Trump impulsó la elección de Mauricio Claver Carone como director del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con lo cual, rompe la tradición no escrita de 60 años de que un latino ocupara esta posición. El proceso que generó una fuerte polémica con errores de algunos de los actores involucrados deja un ambiente innecesario de tensión. El nuevo titular de esta dependencia es el responsable de otorgar créditos a los países del sur del continente americano y quien no apoye al candidato republicano no contará con los favores de la presidencia de Estados Unidos.
A pesar de esta dualidad de funciones de Donald Trump -presidente y candidato republicano-, el futuro no se ve tan benéfico para sus intenciones releccionistas tal como lo muestran los recientes sondeos de CNN, Morning Consult y YouGov, cifras que lo ubican por abajo del 40 por ciento incluso algunas hasta del 37 por ciento, preferencias preocupantes por su pobreza sobre todo si se analizan en un contexto histórico: ningún presidente en los pasados 50 años desde que se instituyeron las mediciones, ha logrado un segundo periodo en la Casa Blanca con cifras tan bajas.
Sólo tenemos que revisar qué pasó con el demócrata Jimmy Carter en 1980 y del republicano George H. Bush en 1992, ambos contaban con cifras similares a las que tiene el candidato Trump en esta misma etapa de la campaña y bueno ambos terminaron perdiendo cuando llegó el día de la votación.
Esta votación presidencial bien se ha calificado como histórica, estará marcada por un suceso único, la pandemia y los profundos efectos causados. Veremos cuántos estadounidenses finalmente salen a votar y precisamente cuántos son lo que elijarán a su nuevo Jefe de Estado, es decir al presidente de Estados Unidos.