Luego de más de tres semanas de intensos bloqueos viales en Bolivia, campesinos partidarios del expresidente Evo Morales anunciaron una tregua de 72 horas a partir de este miércoles, en un gesto de "razones humanitarias", según informó Humberto Claros, secretario general de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). La pausa en las protestas, que habían paralizado diversas regiones del país, se produjo en medio de un contexto de fuerte represión policial y militar.
Los bloqueos, iniciados hace 24 días, surgieron como parte del rechazo al gobierno de Luis Arce y en solidaridad con Morales, quien enfrenta una investigación judicial por presunto abuso de una menor en 2015, algo que él niega rotundamente. Durante este periodo, las tensiones entre los manifestantes y las fuerzas del orden se intensificaron, dejando un saldo de muertos y heridos, aunque las versiones oficiales son contradictorias. Mientras Claros afirmó que al menos cuatro campesinos perdieron la vida en los enfrentamientos, el gobierno de Arce desmintió estas afirmaciones, y la Defensoría del Pueblo aseguró no haber recibido denuncias de víctimas mortales.
El ministro del Interior, Eduardo Del Castillo, informó que los bloqueos habían sido reducidos significativamente, y la Administradora Boliviana de Carreteras señaló que para la noche del miércoles no quedaban cortes de rutas. No obstante, en el momento más álgido de la crisis, más de 20 bloqueos afectaron principalmente el departamento de Cochabamba, bastión político de Morales.
A pesar de la tregua, las tensiones persisten, ya que los campesinos e indígenas que participaron en las manifestaciones no solo se oponen a lo que consideran una "persecución judicial" contra Morales, sino que también protestan contra la grave crisis económica que afecta al país. La escasez de divisas, especialmente para la importación de combustibles subsidiados, ha generado un descontento generalizado entre los sectores más vulnerables.
Este conflicto no solo pone en evidencia las divisiones internas del gobierno boliviano, sino también la lucha por el control de la izquierda en el país, con Morales y Arce enfrentándose por la nominación presidencial para las elecciones de 2025. En este contexto, la tregua podría ser una señal de distensión temporal, pero también refleja la complejidad de una crisis que parece lejos de resolverse.