Columnas
La semana pasada asistí a la entrega de unos reconocimientos a la innovación. La Fundación ILAN, (Israel Latin American Network), celebró su cuarta entrega de los Premios ILAN a la Innovación. Un evento anual que destila creatividad y emprendimiento pues reconoce y premia el trabajo de proyectos mexicanos que tienen un impacto positivo en la vida de las personas.
Para impulsar y dar seguimiento a estos proyectos, ILAN los vincula con el ecosistema de innovación israelí, a través de las Delegaciones a Israel.
Se entregaron premios a siete emprendimientos en las categorías de educación, medio ambiente, tecnología, salud y ciencia, transformación social, comunicación y paz. Fue un cóctel vibrante de ideas que desafían el statu quo y proyectos que prometen un futuro más brillante.
No se trata de empresas nuevas pues algunas ya tienen varios años haciendo su lucha. Sin embargo, como me lo dijo Isaac Assa Farca, presidente y fundador de ILAN, se trata de apoyar a mexicanos emprendedores cuyo distintivo es la innovación. Este empresario afirma (y lo suscribo) que en el país hay mucha innovación y solamente hace falta apoyo. “Debemos dejar de ser un país maquilador para convertirnos en un país innovador”.
En la categoría de Tecnología, conocí a Adán Ramírez Sánchez, el cerebro detrás de Green Fluidics. Estos chicos están llevando la sostenibilidad a nuevas alturas. Son creadores de paneles biotecnológicos que sirven para crear fachadas o techos de edificios sustentables. Estos bio paneles solares inteligentes sirven para captar energía y producen oxígeno al utilizar microalgas que pueden crear espectáculos visuales al cambiarles el color.
En este mundo verde, me crucé con Leonardo Rico, el capitán de Lluvia Sólida. Estos genios han encontrado la fórmula para combatir la sed de la tierra. Su polímero casi mágico gelatiniza el agua, asegurando una hidratación de hasta 8 a 10 años. Se utiliza principalmente para mejorar los cultivos agrícolas pues se trata de un polvo que puede mezclarse con la tierra.
Pero, ¿qué sería de la innovación sin un toque de humor y humildad? Aquí es donde entra en escena Carlos Zimbrón, el cerebro detrás de Fuckup Nights. Esta empresa ganadora en la categoría de Comunicación, celebra el arte de tropezar y levantarse con gracia. Debo confesar que hace 10 u 11 años, cuando me invitaron a asistir a las primeras sesiones de este grupo, me chocó oír sobre los fracasos. A tantos años de distancia, el saber nuevamente de ellos me ayuda a entender que, si seguimos vivos, y con fracasos encima; es porque viene el éxito en esta cíclica presencia terrenal.
Hablando con estos visionarios, entendí que la innovación es aprender a bailar bajo la lluvia del error y convertirlo en el arco iris del aprendizaje. Por eso, celebremos la innovación, abracemos el fracaso y sigamos soñando, creando y fallando gloriosamente.