Con "La Luna", Serrat se roba la noche en Bellas Artes

JULIA PIASTRO

Ayer tuvo lugar en Bellas Artes el primero de los nueve conciertos que el cantautor Joan Manuel Serrat dará en nuestro país durante el mes de febrero.

En 2018 se cumplieron 47 años desde que este músico, de padre catalán y madre aragonesa, lanzara el disco Mediterráneo, uno de los más emblemáticos de su larga y giróvaga carrera. Para celebrarlo, el artista de 74 años de edad emprendió el tour Mediterráneo da Capo, donde además de tocar los diez temas de dicho CD, sorprende al público con canciones que varían de concierto en concierto.

▶ Pudo haber aguardado a que se cumplieran los 50 años del disco, sin em-bargo prefirió adelantarse: “No estoy para esperar”, declaró. Se trata de una gira larga, que empezó en España y seguirá por Estados Unidos y gran parte de Hispanoamérica.

'Da capo' es un término musical italiano que significa regresar al inicio; así pues, el espíritu que Serrat da estas presentaciones es el de una especie de regreso a casa, después de una larga odisea musical.

Curiosamente, la primera vez que se presentó en tierra mexicana fue en Bellas Artes, en 1969; regresar medio siglo más tarde al mismo recinto es, en efecto, una vuelta al origen. En 1975, el cantautor volvió a México, donde vivió una temporada exiliado, recorriendo la República a bordo del autobús “La Gordita”.

Hoy en día, es uno de los artistas españoles cuya fama en Hispanoamérica iguala (o incluso supera) la que tiene en su propio país.

“Chicles, cigarros, chocolates…” gritaban los vendedores mientras entrábamos al Palacio, con nuestros trajes de noche, como una turba de espectros emperifollados.

El concierto abrió con el tema “Mediterráneo”, y la voz de Serrat, que el tiempo ha vuelto más grave, nos fue sumergiendo en un imaginario de barcos y vagabundeos.

La cuestión de las fronteras y la migración, que ha cobrado enorme relevancia en los últimos años, cargó sus canciones de nuevos significados: el mar es hoy, más que nunca, una metáfora de la libertad con que han circulado y deben seguir circulando en el mundo las personas, las ideas, y por supuesto las canciones.

“Soy un fan de Ulises”, afirmó el cantante. Entre tema y tema, Serrat abordó problemas actuales como los feminicidios y la contaminación de los océanos; también hizo reír al público con historias jocosas como la de su taburete, que se robó del cabaret Bocaccio, en Barcelona, y que lo ha acompañado desde entonces.

Enfatizó el valor de las palabras, y habló sobre la historia del Mediterráneo, para darle al concierto lo que él mismo llamó “una pincelada cultural”: “No todo van a ser tetas y culos”, dijo, provocando una carcajada general.

En la segunda parte del concierto interpretó algunos de sus éxitos, como “Caminante no hay camino”, “Entre estos tipos y yo” y “Penélope”, además de algunos covers como “La Mer” de Charles Trénet.

El público, que gozaba de una notable heterogeneidad de edades, recibió con emoción un tema inédito inspirado por el poeta chiapaneco Jaime Sabines, “La luna”.

Esta vez el concierto no se interrumpió, como sucedió en Barcelona, para que el cantautor regañara a uno de los espectadores, quien le solicitó que cantara en catalán: “Siempre hay alguien que viene un poco distraído y no sabe a dónde se mete”, dijo el compositor en aquella ocasión.

Las tensiones políticas que existen entre España y Cataluña han seguido a Serrat a lo largo de su carrera: si bien empezó cantando en catalán, su repertorio se ha extendido a otros confines musicales y lingüísticos, entre ellos la copla española y el folclore latinoamericano, además de las canciones basadas en escritos de poetas como Antonio Machado, Miguel Hernández y León Felipe, y de sus propias composiciones en español, para enfado de unos y regocijo de muchos otros.

Serrat se presentará en Bellas Artes el 9, 14, 16 y 17 de febrero y en el Auditorio Nacional el 23. El 12 se encontrará en Puebla, el 19 en Guadalajara y el 21 en Monterrey.