Durante los primeros días de febrero, en el marco de la presentación de su Diario de Londres (Taurus, 2019) en el departamento de cultura de The Anglo Mexican Foundation, reconocí en Diego Gómez Pickering al diplomático mexicano devenido en contador de historias.
Plenamente consciente del valor histórico y cultural de la tradición epistolar heredada por Octavio Paz en la India o Rosario Castellanos en Israel, o el manantial de inspiración que supusieron los periplos de Alfonso Reyes y Sergio Pitol en la escena de la diplomacia, el exembajador mexicano ante el Reino Unido se aventura a dibujar con el olfato del periodista y la destreza del prosista una serie de viñetas sobre Londres tras bambalinas para la posteridad: la revelación de una serie de misivas que descubren una estrecha relación entre el Reino Unido y Porfirio Díaz, el exilio de Julian Assange en la embajada de Ecuador, la hoja de ruta de Carlos Fuentes en la capital británica, los últimos coletazos del Imperio en Kempton Market, la reflexión obligada sobre el Brexit y el referéndum escocés, la conexión histórica entre los acantilados de Dover y puerto francés de Calais, el recuento de la estancia de Octavio Paz en Cambridge, las migraciones a través del Mediterráneo o el deslumbrante conocimiento del príncipe Carlos sobre el período postclásico maya.
Confieso que me entusiasmó que el autor refiriera durante la charla al mítico viajero tangerino Ibn Battuta y recuperara el legado de una romántica como Mary W. Shelley aludiendo al maravilloso trabajo realizado por Minerva Editorial en la traducción y selección de sus Andanzas por Alemania e Italia. No deja de ser curioso que en México, paradigma de intercambios culturales, la literatura de viajes siga siendo un género menor. Por eso la reflexión de Veka Duncan durante el coloquio me pareció absolutamente demoledora: el mexicano está acostumbrado a que lo miren, no a mirar.
No importa si se trata de diplomáticos, periodistas, cronistas, poetas, ensayistas o simples viajeros curiosos. Necesitamos más contadores de historias explorando todo el globo. «Mirar el mundo con ojos mexicanos», matiza Diego Gómez Pickering. No le falta razón.