Reconocer un problema obliga a encontrar una solución. En México diariamente vivimos procesos discriminatorios. Nuestra sociedad no ha avanzado mucho. Desde el color de piel, la condición económica, el lugar donde vivimos, los estudios cursados … la discriminación se hace presente con cualquier motivo, aunque creamos que no existe.
Dos ejercicios de entendimiento: me cuenta una vecina que su hija es enfermera y tuvo que mudarse a vivir con ella. La joven enfermera ya vivía sola en un departamento. Desde que inició la pandemia ha sentido las miradas molestas de sus vecinos y alguno que otro grito que le pide: “ya no regreses, porque nos puedes contagiar”.
Otra amiga cercana. Su familia reside desde tres generaciones atrás en la misma colonia. El contagio de un familiar ha llevado a que la gente les pida que se vayan. El miedo por el contagio ha superado las décadas de convivencia.
Es probable que entendamos el miedo al contagio; no podemos, ni debemos, entender la discriminación que viven las personas: una por ejercer su profesión para salvar vidas; otra por un desafortunado contagio.
A la discriminación que vive una parte de la población mexicana se ha sumado la que deriva del Covid-19 ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Apenas el 9 de agosto de 2019, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) fueron reconocidos los pueblos y las comunidades afromexicanas ¡Más de un millón cuatrocientas mil personas tuvieron reconocimiento!
Sobre la vida en el Covid-19, el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, señaló: “la inestabilidad y el temor que engendra la pandemia está exacerbando las preocupaciones existentes en materia de derechos humanos, como la discriminación contra determinados grupos”.
Tan sólo, al inicio de la pandemia, entre marzo y abril, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), informó de 32 quejas generadas por discriminación derivada del Covid-19. La ciudad de México tuvo entonces 10 de ellas.
La discriminación implica un temor de las personas ante lo diferente. Y, en el caso del Covid-19 se extiende, desde el miedo al personal de salud que atiende a los enfermos hasta aquella autoridad que niega la atención al afectado.
¿Por qué razón discriminamos a los demás? “El acercamiento o alejamiento de lo que se supone que constituye un comportamiento humano normal, define prácticas de inclusión y exclusión”, señaló Darío Sztajnszrajber (El Clarín, 17/09/17).
Vivimos en una anormalidad, no podemos diferenciarnos porque, ante el peligro de la muerte, todos somos iguales.
El Covid-19 nos enseña cada día la forma en que enfrentaremos el futuro. Una de las claves es entender que los otros existen y tienen los mismos derechos; las personas están por encima de cualquier diferencia.