Columnas
En sus películas e historieta, El Santo aparecía invariablemente como un paladín del bien y la justicia, que luchaba con denuedo para defender las causas nobles y proteger al mundo de los malvados. Sin embargo, arriba del ring el plateado distaba mucho de ser un hombre respetuoso de la ley y el orden; desde que apareció por primera vez, en 1942, su escuela había sido la ruda, rudísima. No le importaba ser repudiado por el público asistente a la arena; sabía que aun siendo sucio la gente lo admiraba y que no necesitaba de nada más para seguir en el candelero. En verdad en la vida de El Enmascarado de Plata había una terrible contradicción al poseer una doble personalidad. Hacia 1962 llevaba ya veinte años luchando como troglodita, mientras que a la vez era un ejemplo a seguir, en especial entre el público infantil.
Gracias a la influencia que niños y jóvenes ejercían sobre sus padres eventualmente El Santo tuvo que dar el cambiazo hacia el bando de los científicos; por entonces en muchas ciudades del país los menores de edad tenían prohibida la entrada a las arenas de lucha y box, pues se consideraba que estos espectáculos ejercían sobre ellos una influencia nociva. Aunque sí leían la historieta y acudían a los cines para presenciar las peripecias y aventuras del superhéroe mexicano. Como resultado, su percepción del personaje plateado era totalmente diferente a la de sus padres, quienes iban a las arenas y conocían el negro proceder del héroe infantil sobre el encordado. Así, mientras para los unos era un defensor de todo lo bueno, noble y digno, para los otros era un tipo ruin y despiadado al que abucheaban constantemente.
Muchos padres, a instancias de sus hijos, comenzaron a apoyar al rudo, hasta que dicho apoyo de convirtió en recomendación primero y en exigencia después, para que El Santo se convirtiera en luchador técnico. Durante un buen tiempo el plateado hizo caso omiso de estas voces, ya que no le agradaba para nada la idea de ser científico.
Más hete aquí que ocurrió algo que sería el inicio del cambio, de la metamorfosis del rudode siete suelas en uno de los mayores defensores de la escuela técnica: la noche del 22 de junio de 1962, El Santo, haciendo equipo con los hermanos Espanto I y II, se enfrentó al trío de técnicos Rayo de Jalisco, Henry Pilusso y Rito Romero. El encuentro transcurrió sin nada extraordinario, hasta que en la tercera caída los Espanto le voltearon la espalda al plateado y le propinaron una severa golpiza, tan fuerte, que el mismo Henry Pilusso tuvo que ir en su ayuda. La afrenta no la olvido el plateado, quien siempre había sido leal con todos sus compañeros rudos; ya pagarían caro los Espanto por su felonía.
Dos semanas después de la traición, El Santo hizo pareja por primera vez con un técnico, Henry Pilusso, para vengarse de sus antiguos socios, los Espanto I y II, ganando la lucha. Posteriormente, El Santo-Pilusso lucharon contra Cavernario Galindo y Ray Mendoza, el rudo revelación. El público se llevó la más grata de las sorpresas al ver luchar a El Santo como técnico y éste, al sentir el cariño del respetable, decidió abrazar de manera definitiva el bando científico. En adelante luchó como técnico y, salvo en contadas ocasiones, como cuando estaba en peligro su incógnita, recurrió a las rudezas, en verdad se había redimido a los ojos de los aficionados de todas las edades. No hubo ya ningún impedimento para que la gente se le entregara sin reservas, como a ningún otro ídolo; padres e hijos podían ahora gritar porras al héroe sin temor alguno. La contradicción ya no existía; era bueno en las películas y sobre el ring. La gente lo amaba y lo idolatraba, a tal grado que algunas personas, al ver un óleo exhibido cerca de Pachuca que representaba al Enmascarado de Plata, pensaron que era un santo auténtico; le comenzaron a pedir favores y a rezarle a la imagen y cuando unos cuantos enfermos sanaron por coincidencia se le atribuyó el “milagro” al plateado. A partir de 1962, su figura creció y se consolidó de tal forma, que ya nunca abandonaría la cima de la popularidad, se convirtió en una leyenda. Hasta el próximo jueves…