El francés Jacques Duranton identifica tres retos que todo gobernante tiene que superar para tener éxito en la gestión de gobierno: 1) el conducir un proyecto para el territorio, 2) gestionar el patrimonio común y 3) aportar respuestas a los grupos de presión.
Me parece apropiado, dado las tempestades gerenciales a las que se están enfrentando los líderes políticos, proponer un cuarto reto para mejorar su desempeño: 4) recuperar la confianza ciudadana.
El primer reto se refiere a que un gobernante debe ser capaz de visualizar, aterrizar y ejecutar un proyecto que aporte valor estratégico al territorio, lo que llamamos visión. El segundo reto, gestionar el patrimonio común, se refiere a que un buen político debe ser capaz de gestionar la institución que gobierna, sus leyes y normas, la tecnología, a las personas y por supuesto, al dinero para que pueda llevar a buen puerto el aparato que gobierna.
El reto de aportar respuestas a los grupos de presión considera que un buen líder debe identificar, clasificar, valorar, escucha y responder a las demandas de los líderes sociales, mediáticos, empresariales, religiosos, medio ambientales, entre otros, para que sus proyectos no sólo sean viable técnica y económicamente sino también tengan la aprobación de la opinión publicada.
Hoy vemos gobiernos con este estilo presidencial, que sin embargo, no están siendo exitosos en su gestión. El problema es que estas acciones no contemplan la responsabilidad de la gestión del humor social, o quizá podamos llamarle, la obligación de tomar acción para que los ciudadanos vuelvan a confiar en sus instituciones y políticos.
Hoy, a pocos días de la esperada aprobación de la vacuna contra el Covid 19, el gran reto de los gobiernos estará en cómo convencernos de aplicarnos la vacuna.
Obama, Biden, Bush, Clinton, expresidentes de Estados Unidos, ofrecieron aplicarse la vacuna frente a la televisión para transmitirle a los ciudadanos la importancia de aplicársela.
Macron, el presidente de Francia, dijo que no se la aplicará, que su enfoque será dejar que los ciudadanos decidan.
Obama quizá pueda presumir de niveles de aprobación altos entre los electores demócratas, pero veremos qué tan eficaz será su marca para convencer de una acción que parece necesaria. Macron sabe que no cuenta con respaldo ciudadano y quizá su estrategia para impulsar la vacunación sea la libre elección.
El presidente López Obrador dijo que se pondrá la vacuna para generar confianza en su aplicación, y seguramente confiará en “la sabiduría del pueblo bueno” en su gestión de la pandemia y no veo que haga obligatoria la aplicación.
El tema de fondo es que estamos frente al siguiente mayor reto gubernamental: ¿cómo lograr que los ciudadanos se vacunen?.
El humor social refleja desconfianza, agotamiento, desesperación, rechazo. Y aunque todos esperábamos la vacuna, todos nos preguntamos si lo que nos están diciendo las autoridades sobre las tasas de éxito de la vacuna son en verdad reales.
Los retos se deben actualizar y gestionar.
La mala política debe cambiarse para salvar vidas.
Gabriela López Gómez
CEO & Founder de Polilogy
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