Columnas
En un país donde la cultura y la tradición se entrelazan con los sabores más exquisitos, las rutas del vino mexicano emergen como destinos imprescindibles para los amantes del buen vivir. Con una industria vinícola en constante expansión, México ofrece no solo la oportunidad de degustar vinos de calidad, sino también de sumergirse en la historia y la pasión que rodea a cada viñedo.
Desde las tierras áridas de Aguascalientes hasta los paisajes pintorescos de Jalisco, las opciones son variadas y prometen experiencias sensoriales inolvidables. El Valle de Guadalupe en Baja California se erige como la "Toscana Mexicana", con sus interminables viñedos que dan vida a una amplia gama de vinos de mesa, mientras que en Coahuila, la combinación de vinos y dinosaurios en la Ruta de Vinos & Dinos ofrece una experiencia única en su tipo.
Guanajuato, con su arquitectura histórica y sus vinos distintivos, invita a los visitantes a descubrir los secretos de su tierra, mientras que en Hidalgo, la Ruta Tolteca entre Vino y Queso ofrece una mezcla única de historia prehispánica y delicias contemporáneas. Querétaro, a poca distancia de la bulliciosa Ciudad de México, se abre paso con su Ruta del Queso y el Vino, que combina la riqueza gastronómica con la belleza natural de la región.
Jalisco, conocido por su tequila, sorprende con sus rutas de vino en los Altos de Jalisco y la Rivera Sur del Lago de Chapala, demostrando que la diversidad de sabores y paisajes es tan vasta como el país mismo.
Es importante destacar que estas rutas no solo ofrecen la oportunidad de deleitar el paladar, sino también de aprender sobre el proceso de elaboración del vino, desde la siembra de la vid hasta el embotellado final. Las visitas guiadas, las catas sensoriales y los maridajes cuidadosamente seleccionados son solo algunas de las actividades que esperan a los visitantes ávidos de conocimiento y aventura.
Sin embargo, para aprovechar al máximo esta experiencia, se recomienda planificar con anticipación. La reserva previa en las bodegas garantiza un lugar seguro y una atención más personalizada. Además, muchos de estos destinos ofrecen opciones de alojamiento, desde hoteles boutique hasta acogedores bed and breakfasts, permitiendo a los viajeros sumergirse por completo en la cultura vinícola.
Me parece que las rutas del vino mexicano son mucho más que simples itinerarios turísticos; son ventanas a la pasión y la dedicación de quienes han convertido el arte de hacer vino en una forma de vida. Ya sea que seas un aficionado experimentado o un curioso principiante, estas rutas te invitan a descubrir la diversidad y la excelencia de la industria vitivinícola de México, una copa a la vez. Es por ello que el Consejo Mexicano Vitivinícola trabaja incansablemente con la Secretaría de Turismo y la Asociación de Secretarios de Turismopara potenciar la industria vinícola y sus rutas enoturísticas en todo el país.