Es imposible que la transparencia reine en un instituto político que dio señales de flaqueza y debilidad en la toma de decisiones. Morena tuvo en sus manos la posibilidad de seguir los pasos de honestidad del presidente Obrador, pero, desafortunadamente, imperaron los malos hábitos y costumbres de la nueva dirigencia Nacional que agobió la pluralidad y voluntad del pueblo de México y tomó atribuciones con manotazos e imposiciones de forma equivocada.
Por esa razón, no es posible contar con mecanismos y herramientas transparentes en la designación de perfiles. La encuesta hipotética colocó cartas potencialmente competitivas y bien merecidas, pero, también, regaló espacios en medio de la suspicacia y el parentesco del influyentismo que dieron un empujoncito, y la generosidad que confirmó que, la nueva dirigencia Nacional de Morena, depositó en la cúspide de forma ventajosa a través de un círculo que prefirió sacudir la motivación que sembró López Obrador como un auténtico luchador social de izquierda.
Esos detalles ensucian la buena voluntad de Andrés Manuel: ideólogo y máximo exponente del movimiento progresista en México.
Más allá de este tema, es preocupante el destino de Morena en un futuro. El presidente Obrador dejó claro que terminando su administración se retira de la política a descansar con su familia luego de más de 40 años ininterrumpidos de actividad política; eso lo ha dicho en público; entonces, después de eso, ¿qué pasará?
Es claro que ante la inmejorable fase que vive el partido guinda en la antesala del 2024, tengo la impresión de que, el manejo del proceso, se llevará al borde de agitación entre grupos que puede llegar a desmoronar la estructura que acumuló AMLO. Así le pasó al PRD, y muchos emigraron a las filas de Morena cuando se hundió el barco.
Hay que recordar que Morena no tiene una estructura sólida. Posee un enorme pulmón que oxigena a través del mayúsculo respaldo y popularidad que goza el presidente; además, sin contar con una imagen infalible que arrastre y jale la intención del voto, difícilmente Morena caminará. Seguramente ganará el 2024, sin duda alguna, pero ¿después?
Ahora, antes de que eso suceda, Morena tiene otro enorme reto: transparentar la selección de los distritos y posteriormente las alcaldías en todo el país. Nadie puede garantizar nada porque los pronósticos anticipados simplemente pasan a ser un antecedente anecdotario; en la CEN se toma la decisión con una nula claridad de la metodología. Esa premisa se vivió hace poco; además, ha transcurrido que en medio de la conformación de la nueva dirigencia Nacional, muchos quieren sus premios de consolación por haber respaldado la postulación de Mario Delgado, entre ellas las reelecciones en San Lázaro.
Muchos de ellos no tienen el compromiso y la convicción Lopezobradorista. Otros en cambio sí; merecen ser tomados en cuenta no solo por su arrastre y competitividad, sino, por su lealtad al movimiento que nació hace más de 30 años de la mano del ahora presidente. Sin embargo, conforme al esquema de cómo se está llevando a cabo el proceso— se percibirá el mismo clima de intensidad que expresó desaseo e influyentismo: premiarán a perfiles que no poseen el mérito de ser postulados, y postrarán el camino de cientos de miles de aspirantes que insistentemente han sido convencidos de que, su papel, fue clave del éxito en la entrada al poder público.
Los oportunistas
El relato es inocultable: hay un sinfín de perfiles oportunistas que ahora divulgan con desfachatez la narrativa del presidente López Obrador. A juicio de muchos, estamos en presencia del clásico chapulín que responde ágilmente a la etapa inmejorable con la que cuenta en estos momentos Morena. Esas andanzas— son cotidianas en los ejercicios electorales— en la que prolifera el cinismo que, con frecuencia, abunda para buscar un reacomodo ante el debilitamiento de una oposición en decadencia. Por esa razón, se prevé una contienda previa donde reine el desaseo y la descalificación de una herencia antecesora que agilizó el deterioro del PRI, PAN y sobretodo PRD.
¿Habrá mano negra? Mario Delgado no ha hecho nada para sanar y aliviar el saldo que dejó las “encuestas” en las entidades; ahora, los distritos y ayuntamientos, dejará inconformidad, insatisfacción y decepción. La selección discrepará más rupturas como las causas que motivaron a muchos perfiles que, de forma inequitativa, fueron excluidos. La tensión sigue. Mientras tanto, Morena o más bien el CEN dará la espalda a la mayoría.
Mario Delgado presume transparencia y democracia; no obstante, la realidad es que no. Paradójicamente las malas prácticas que señala el CEN de Morena, son las mismas que predominaron en las décadas fallidas del PRIAN.