Por Óscar Roa
El retrato de un evento, cara, historia, calles o situación social, solo pueden ser captados por un fotoperiodista de instinto citadino, exactamente como el que tenía Héctor García Cobo.
Desde que obtuvo su primer cámara, regalada por su tutor Gilberto Bolaños Cacho, el destino lo llevaría a fotografiar la Ciudad de México, sobre todo por una trayectoria callejera proveniente de su infancia. Así con bajo la tutela de Bolaños, su primera fotografía publicada entró en la revista “Celuloide”. Posterior a este evento, logró ganarse un lugar en la Academia de Artes Cinematográficas, compartiendo aulas con personajes tales como: Gabriel Figueroa, Salvador Novo o Manuel Álvarez Bravo.
Habiendo conocido a semejantes celebridades, la carrera de nuestro artista tendría un despegue, debido a la pasión en sus fotos, misma que transmite, mientras relata los eventos de las calles de la ciudad, llegando a ser parte del llamado fotoperiodismo, con muchas publicadas en distintos periódicos como el Excelsior.
Su pleno apogeo en las décadas de los 50’s hasta los 70’s, deja un legado sinigual, llegando a ser nombrado por el mismo Carlos Monsiváis como el fotógrafo de la ciudad, a quién se le recuerda en su 7° aniversario luctuoso este 2 de junio.
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