El resultado de la elección intermedia del 2021 en la CDMX fue un indicador alarmante para el máximo jefe de campaña de la 4t. Dos años después, en la elección del Estado de México, con apenas el 8% de diferencia -contando con el acompañamiento de todo el aparato federal de programas, secretarías y empleados al servicio de la campaña- la candidata oficial se llevó el triunfo, sin embargo, el jefe de campaña de la 4t sufrió la claridad de la realidad, de que nosotras, la oposición, sin institutos ni secretarías al servicio, sin aparatos burocráticos coaccionados, ni las indecibles cantidades de dinero invertidas desde la administración del erario, casi le ganamos.
Con urgencia, al otro día de la elección, o sea, el 5 de junio, reúne a los presidenciables del régimen, en la famosa cena del restaurante, “El mayor”, del centro histórico. El conciliábulo naturalmente no era para celebrar el triunfo; el 8% de diferencia en el estado México no reflejaba lo que promueve a diario el medio de comunicación oficial más costoso de la historia de México: la mañanera. En ese restaurante, con toda alarma y enojo, comenzó la etapa más perniciosa para la democracia en nuestro país, dirigida desde el gobierno federal, con el objetivo de denostar, aminorar y de ser necesario desaparecer, todo obstáculo para ganar la presidencia en 2024.
Este proceso electoral comenzó en el último trimestre del año pasado, con el INE sitiado por incondicionales del ejecutivo, como parte de esa infame cargada antidemocrática. La dilación de nombramientos de secretarías, direcciones, coordinaciones y unidades técnicas, como resultado de un comportamiento errático y provocativo por parte de la presidenta del instituto, encaminaba la crisis deseada por el gobierno.
El pleito en el Tribunal Electoral, para deponer al magistrado presidente -cosa que se logró-, y que asumiera ese encargo una de las magistradas envueltas en la pendencia, es para nosotras, la oposición, una nítida muestra de que el boicot a la democracia nace en las oficinas de Palacio Nacional. La reciente sentencia del Tribunal Electoral, de quien el proyecto nace de la ahora Presidenta y es avalado en votación dividida por los otros dos magistrados que la llevaron a ese puesto, no sólo anula un acuerdo del Consejo General del INE, sino que da poder a la Presidenta del INE; no a que le dé solidez al instituto, sino que continue el asedio y la deformación de un árbitro para la democracia que nos costó décadas y vidas de entrañables compañeras y compañeros construir y consolidar; como era antes, para meter mano a las elecciones, como lo aprendieron en el pasado régimen que los parió. Nosotras y nosotros, vamos a defender la democracia, hasta con la vida.