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Elección judicial de Estado: ¿El mal necesario?

Elección judicial de Estado: ¿El mal necesario?

Columnas martes 25 de marzo de 2025 -

La reforma judicial que impulsa la Cuarta Transformación es, sin duda, una de las batallas políticas más complejas y determinantes de los últimos tiempos. Bajo la premisa de democratizar el Poder Judicial y erradicar los excesos de jueces, magistrados y ministros, la elección popular de estos cargos está en marcha. Sin embargo, el ideal democrático choca con la cruda realidad electoral: la competencia desorganizada puede derivar en una victoria de la oposición, aunque sea con una minoría de votos. Por ello, aunque no debería ser así, la elección judicial requiere de una operación política de Estado.

Los antecedentes son claros. Morena ya pagó el precio de confiar demasiado en su popularidad y en la voluntad ciudadana. En 2021, la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, sacó las manos del proceso y dejó que la elección intermedia se desarrollara sin una operación político-territorial. ¿El resultado? La pérdida de la mayoría de las alcaldías de la Ciudad de México. No por falta de votos, sino por falta de organización y dirección política.

El Plan C enfrenta el mismo riesgo. La cantidad de candidaturas registradas para jueces, magistrados y ministros es enorme, lo que implica una división del voto que podría abrir la puerta a candidatos de la derecha con un apoyo mínimo. A diferencia de las elecciones convencionales, donde los partidos políticos delimitan opciones claras, esta contienda dispersa el respaldo popular y puede generar resultados adversos.

La ciudadanía enfrentará un reto inédito en las urnas. La elección judicial no solo introduce una mecánica de votación compleja—con boletas de distintos colores, candidatos diferenciados por género y especialidad, y la necesidad de escribir números en lugar de simplemente marcar una opción—sino que también pone a prueba la capacidad organizativa del Estado y de Morena. Con solo una casilla por sección electoral y una preocupante renuencia de los sorteados a fungir como funcionarios de casilla, la jornada podría estar marcada por el caos y la confusión. Por ello, la movilización de la 4T no es solo deseable, sino imprescindible. Sin estructura y sin operación política, el riesgo de que el Poder Judicial permanezca en manos de aquellos que han frenado las transformaciones es real.

El dilema es evidente: una elección de Estado, con una dirección política bien definida, es la única vía para garantizar que el Poder Judicial sea renovado en favor del proyecto de transformación nacional. Sin una estrategia articulada desde la cúpula del poder, Morena se arriesga a perder este proceso histórico. No basta con confiar en el voto de la gente; hay que canalizarlo, dirigirlo y operarlo con la misma disciplina con la que se han ganado las elecciones presidenciales.

No es lo ideal, pero es lo necesario. La Cuarta Transformación está en juego, y el Poder Judicial es la trinchera donde se librará la batalla final por el destino de México. ¿Está Morena lista para asumir esa responsabilidad o repetirá los errores del pasado?

Después de décadas de lucha por la democracia y en contra de las elecciones de Estado, ¿vale la pena traicionar esos principios para garantizar la renovación del Poder Judicial? ¿No es acaso una contradicción que quienes han combatido fraudes y manipulaciones ahora justifiquen una operación electoral desde el poder? La historia de México ha sido una lucha constante contra las imposiciones, y esta elección podría ser un punto de inflexión que defina, maquiavélicamente, si el fin justifica los medios.

ENTRE GITANOS.

QUIEREN CALAR A LA PRESIDENTA

Mario Delgado cumplió con alertar —tarde, pero cumplió— sobre el radicalismo de la CNTE. Martí Batres anticipó escenarios, pero sin atreverse a mover una ficha. Rosa Icela Rodríguez, en su prisa por resolver, cedió hasta la camisa. Y ahora, la presidenta les tendió la mano, pero la CNTE no solo quiere el brazo, la está calando… pero subestiman a quien ha sorteado tormentas peores. Al final, será la presidenta quien marque los límites.

*Especialista en Ciencia Política y Gobierno.

avilezraul@hotmail.com


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/CR

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