Hoy en día, la pandemia es el principal reto que enfrentan México y el mundo, sin embargo, temas como el cambio climático, la degradación ambiental y la creciente competencia entre el medio urbano y rural por recursos como el suelo y el agua, que impactan en la productividad agropecuaria y pesquera, siguen latentes y son ahora motivo de atención prioritaria.
Para enfrentar estos flagelos, que terminarán por afectar el abastecimiento de productos y la seguridad alimentaria de todos los países, se requieren respuestas basadas en la innovación y las nuevas tecnologías.
Por ello, es importante que México y sus instituciones de investigación se mantengan al día y a la vanguardia en las innovaciones científicas, estudios y tecnologías de punta que son generadas por organismos internacionales, porque los problemas son mundiales.
México no puede cerrarse y mucho menos rezagarse en ciencia, arropado bajo ideas extremadamente nacionalistas, pues no hay frontera que valga cuando se trata de la investigación y el desarrollo aplicado para garantizar la producción de alimentos suficientes, la conservación del medio ambiente y una distribución equitativa de los beneficios económicos entre los productores.
Quien lo vea así, lo único que exhibe es una carencia relacionada con la propia naturaleza del saber que implica colaboración, intercambio, apertura y visión local, pero, también, global, para enfrentar retos que no tienen fronteras físicas.
Es de reconocer que el Gobierno de México y las autoridades del sector están conscientes de que la innovación, el desarrollo tecnológico y el intercambio de conocimientos son claves en la búsqueda de materiales resilientes, variedades mejoradas de semillas y esquemas de reconversión ante el cambio climático y el abasto de alimentos en la pandemia.
Ejemplo de ello es la colaboración de largo plazo que establecieron el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que abonará a la conservación de recursos, la rentabilidad y sustentabilidad de la producción agrícola y la autosuficiencia alimentaria.
Ambos organismos integrarán equipos de trabajo conjuntos por cultivo en temas como el mejoramiento genético por zona agroecológica, recursos genéticos (incluye bancos de germoplasma, biodiversidad), prácticas agronómicas sustentables, agroecología y sistemas de producción.
Además, desarrollarán proyectos sobre agronomía (agricultura de conservación, fitosanidad, agroecología), sustentabilidad y cambio climático, poscosecha (manejo, almacenamiento, conservación y procesamiento) y socioeconomía (cadenas de valor, rentabilidad, regalías).
México no debe cerrarse al conocimiento, venga de donde venga, debe tomar la innovación y tecnología que mejor se adapte a nuestras circunstancias, en beneficio de nuestros productores y de nosotros mismos como consumidores, además de colaborar para enfrentar los retos globales, pues impactan por igual a toda la humanidad.