El crear conciencia de cómo las crisis mundiales, llámense pandemia por Covid-19, la actual guerra en Ucrania y otros factores como el cambio climático, han afectado la economía de los mexicanos, e impactando a toda la población, sería tocar muchas variantes, es por eso que debemos hacer conciencia de cómo impacta directamente la alimentación de los menores, mismos que al ser un sector vulnerable debemos proteger.
Es por esto que dedico este espacio a una problemática que abordamos durante el 1er parlamento abierto en la Cámara de Diputados “El impacto de la pobreza alimentaria en la niñez mexicana”, encabezado por la vicepresidenta Karla Y. Almazán Burgos y el Diputado Emmanuel Reyes Carmona, presidente de la Comisión de Salud.
Abordamos la pobreza alimentaria y la desnutrición infantil, tomando en cuenta que hay 4.8 millones de personas luchando contra la inseguridad alimentaria, según lo informó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
En tanto, la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares 2020, mostró que el 46.7% de los hogares mexicanos manifestaron preocupación por la falta de comida; el 12.6% se quedaron sin alimentos y sin dinero para adquirirlos. Lo que derivó en 24 mil 790 personas con desnutrición leve fueran atendidas en centros públicos de salud, 4 mil 320 por desnutrición moderada y 2 mil 304 por desnutrición extrema.
Se ha vuelto fundamental atender esta necesidad básica, para que el hambre y la inseguridad alimentaria dejen de privar a los menores de la posibilidad de una vida digna, sin acceso al correcto desarrollo infantil, que repercuten en indicadores: educativos, culturales, sociales, demográficos y económicos.
Dentro de las propuestas planteadas se encuentra una educación y planificación financiera, lo cual disminuiría los gastos hormiga; que las y los Diputados presenten proyectos de resolución, que subsidien a los productores de alimentos para así poder reducir costos; siendo importante que Gobierno, Empresarios y Sociedad Civil se sumen, inicien o en su defecto den continuidad a las campañas de entrega de canastas y tarjetas alimentarias, así como jornadas de canasta básica a bajo costo.
Por otro lado, y no menos importante, procurar que la canasta básica, que se compone actualmente de 40 elementos, llegué a los menores de las zonas más vulnerables, con una correcta aplicación de porcentajes calóricos y proteicos.
También, es necesario que instituciones como la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), se sumen a la supervisión de los precios, ya que han aumentado los casos en los que los proveedores de suministros abusan del continuo cambio en los costos aplicando un aumento mayor al permitido.
Para concluir, recordemos el compromiso que tenemos como sociedad de sumarnos a las estrategias que proporcionan nutrición a las nuevas generaciones, y dan herramientas para facilitar su correcto desarrollo.