El Presidente Andrés Manuel López Obrador lo dijo fuerte y claro: apoyaré al que gane la encuesta de nuestro movimiento para la candidatura del 2024. Precisó que dicho apoyo sería sólo su voto, porque los tiempos ya cambiaron.
Aunque el estatuto de Morena prevé diversos métodos de elección de su candidato presidencial, será una encuesta la que decida; es decir, una muestra estratificada, poliétapica por conglomerados a nivel nacional la que definirá al candidato o candidata con mayores posibilidades de triunfo en las siguientes elecciones.
¿Qué mide una encuesta? Probabilidades. Que precandidato probablemente sea el más conocido. Que aspirante probablemente le parezca el mejor candidato de Morena. Y la respuesta clave: por quien probablemente votaría si las elecciones fueran el día en que le realizaron la encuesta.
¿Cuándo las encuestas pasaron de ser herramientas para la formulación de estrategias a convertirse en factores de decisión política? La naturaleza de una encuesta es estadística, no democrática.
En Morena no eligen a su candidato en una asamblea o en un congreso nacional para evitar la formación de corrientes, dicen. No hacen primarias, para no desgastarse en conflictos internos; tampoco elecciones abiertas a los militantes o a la sociedad, porque temen que factores ajenos al partido intervengan.
Hasta el momento, a Morena las encuestas le han funcionado. Así eligieron y elegirán a sus candidatos a gobernadores, diputados y presidentes municipales, pero el modelo tiene límites, como ya se demostró en la elección de su presidente nacional. Después de acusaciones y contra acusaciones, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió que el INE fuera el encargado de realizar las encuestas para definir a la nueva dirigencia nacional.
Fueron tantos los aspirantes que se inscribieron a la Presidencia y a la Secretaría General que el INE tuvo que hacer un primer filtro. Después de una primera ronda de encuestas hubo una clara ganadora de la Secretaría General, pero diferencias insuficientes para definir quien sería Presidente, por lo cual el Instituto realizó una segunda encuesta, con los resultados conocidos.
La utilización de encuestas para definir candidatos es una evidente debilidad de la clase política y ausencia de organización, no sólo de Morena, sino de todos los partidos políticos. Morena debe robustecer su Comisión Nacional de Encuestas, dotarla de los recursos humanos y materiales para realizar o mandar a realizar investigaciones sólidas, de no ser así una impugnación podría abrir el escenario de que el INE sea el que termine realizando los estudios que definan el o la candidata de Morena a la Presidencia de la República.
Ojalá que en los procesos de los próximos dos años Morena realice estudios sólidos, si no es así, se convertirán en las encuestas de la discordia. La política es de bronce.