Columnas
Manuel Cifuentes Vargas
Una vez que se abrió el telón para el espectáculo judicial a raíz de ladesafortunada reforma al Poder Judicial, y después de superar algunoscuestionados pasos procedimentales, fueron seleccionados los candidatos que estarán en la contienda electoral por los cargos de juzgadores que estarán en juego en el proceso electoral judicial a cargo del INE. Algunos poco o nada serios, pensaron que el show debía continuar, por lo que querían aparecer en las boletas electorales con apodos populacheros. Pero el INE, en esta ocasión, dijo que, por lo menos en este renglón específico, el show ya terminaba.
Ricardo Pedraza en su artículo “Votación de ministros con apodos de luchadores: El Angel de la Justicia vs El Penta Cero Miedo”, publicado en sdpnoticias el día21 de febrero del año en curso, rescata la lista de los apodos con los que buscaban salir algunos aspirantes a juzgadores en las boletas del INE en la elección judicial: “Magistrado del Cambio”, “Magistrado del Pueblo”, “Abogado del Pueblo”, “Defensor del Pueblo”, “Juzgador de la Nación”, “Juez del Pueblo”, “Jueza de la Verdad”, “El Juez de Barrio”, y la más exagerada de todas, por no decir una grosería, “El Angel de la Justicia”. Mire que Marco Rojo quería que le pusieran el “Juez de AMLO”, Y a esta lista faltó la “Ministra del Pueblo”.
“A todos los que solicitaron poner estos sobrenombres ridículos deberían de ser invitados a tener una lucha con el Penta y si le ganan podrían mantener su apodo y su cabellera. Si esto le parece ridículo, más ridículo es que busquen engañar a la gente con ese tipo de apodos. Solo por ridículos deberían de bajarlos de las boletas.”
Y ya que estamos en este rollo de la espectacularidad, por lo visto algunos lotomaron a “chunga”, como se dice en el barrio, pues poco faltó para que hubieran pretendido adoptar como seudónimos a figuras noveladas y/o caricaturescas muy conocidas y populares entre la gente para sus propósitos publicitariospopulacheros de campaña, ya que realmente lo que pretendían era que la gente los identificara y asociara con personajes imaginarios para intentar llegarle a la población, a fin de obtener el voto favorable a ellos, tales como el Chapulíncolorado y su popular frase: “síganme los buenos”, Yesenia, Kalimán, Rarotonga, Chucho el roto, Doctora corazón, Memín pinguín, Hermelinda linda, Tres patines, La colorina, El ojo de vidrio o El tigre de Santa Julia, entre otros personajes de novela y/o irreales del espectáculo, la distracción y la diversión, ya que unos de ellos, cuenta la leyenda, tenían un sentimiento de justicieros populares.
Esto muestra, por un lado, la poca imaginación de mercadotecnia político electoralpublicitaria que tienen y, por otro lado, de su propio reconocimiento del nulo conocimiento e identificación que tiene la gente de ellos, y ya no digamos de crédito sobre su persona y, por lo tanto, de las credenciales que los presenten e identifiquen entre la gente, como para lograr el voto favorable que los acredite como apropiados juzgadores; es decir, otra vez, ya que estamos en esto de las frases populares, como refiere el dicho, “con que armas cuentan y/o que armas portan” para pretender ser juzgadores, al grado que intentaron recurrir a este tipo de artificios para tratar de posicionarse entre la gente en la disputa electoral judicial.
Y si lo toman a juego y llegaran a ganar la elección, ¿deberíamos creer en ellos?;¿deberíamos tenerles confianza en sobre su conocimiento y capacidad para resolver judicialmente conforme a los postulados de la ley? Porque esto requiere de talento jurídico y de sentido fino para la justicia amoldada estrictamente a la ley. Esto es una cosa profesional, seria y delicada, no es de juego, pues están de por medio, lo digo en un sentido secular, los más grandes y sagrados principios y valores, así como derechos humanos.
Imaginémonos que de haber aceptado el INE estos motes de chiste y que ganaran en la elección judicial, sería de risa, aunque válido que al procurar hablar o pedir una cita con alguno de ellos, el solicitante de la entrevista al momento de anunciarse, dijera que quiere hablar con el juez, magistrado o ministro de AMLO o con el ángel de la justicia; con el defensor del pueblo; con el juez del barrio; con el del cambio; con el del pueblo; con el de la verdad; con el abogado del pueblo o con el juzgador de la nación. Y peor aún, imaginémonos si cuando fueran a dictar alguna resolución, interlocutoria o sus sentencias la fueran a firmar con el aliascon el que se postularon como candidatos. Esto si verdaderamente hubiera sidouna total falta de seriedad y respeto, así como para Ripley. Chusco y de chunga. Miren nada más hasta donde hemos llegado, en este caso, en los afanes de políticos judiciales. Querer convertirse en justicieros de variedades.
La justicia es de conocimientos y experiencia calificada, de principios, valores, atributos y virtudes que forzosamente deben tener los juzgadores en la relación que se establece con los justiciables. Por eso, la verdadera justicia en sí conllevaimplícitos, además del talento jurídico, principios y valores que no pueden ser separados, ignorados ni disolverse, porque están sólidamente engarzados los unos a los otros. La justicia alcanza su plenitud cuando se imparte con una voluntad sin trabas, despojándose de cualquier apetito de poder, para que esta aparezca con toda pureza, fuerza y esplendor.
Es cierto que la justicia es un tema de leyes y de instituciones; pero también de una educada, impecable, contundente, limpia y cristalina justicia. La justicia es un tópico tan importante y trascendente en la vida de una sociedad, que viene a significarse en un tema de libertad, de seguridad, de integridad física y moral y, a veces, hasta de vida, así como del patrimonio de los justiciables. Por eso los juzgadores deben poseer, entre otras particularidades, sabiduría jurídica; pericia; temple; vocación de servicio; dignidad; prudencia; seriedad; ética y moral; tiempo completo y entrega total en el trabajo de análisis, reflexión y pulcra interpretación de la normativa; imparcialidad; visión de derechos humanos; de verdad en las resoluciones correctas y justas con altitud de miras. En resumen, de un total, completo, comprometido y alto profesionalismo judicial.
De ahí que los juzgadores deben prescindir de preferencias, pasiones e inclinaciones políticas; erradicar gracias y favores gubernamentales y de particulares; estar vacunados contra filias y fobias ideológicas, así como de deshacerse de chistoretes. El ideal y aspiración es algún día tener juzgadores impecables, puros, inmaculados, para que se tenga una verdadera impartición de justicia.
Por eso los juzgadores deben estar conscientes de la importancia y trascendenciade la independencia y autonomía que deben tener en la toma de sus decisiones y resoluciones judiciales, para lo cual deben poner en juego su conciencia, inteligencia, reflexión, integridad, eticidad, madurez, templanza, pericia, responsabilidad, reputación, pulcra interpretación y respeto a la normativaaplicable. Deben caracterizarse por ser pausados, serenos y juiciosos en sus sentencias, pues en los órganos judiciales residen y moran los principios y valoresmás puros y sagrados del Derecho, que exigen la más refinada y exquisita interpretación de la Constitución y de la ley, para la correcta e inmaculadaimpartición de justicia.