Columnas
Como médico neurocirujano, mi labor diaria gira en torno al tratamiento de enfermedades complejas del sistema nervioso. Sin embargo, hoy quiero aprovechar el marco de la Semana Nacional de Vacunación para hablarles desde una perspectiva distinta, pero igual de importante: la prevención.
La medicina ha avanzado a pasos agigantados. En décadas recientes, hemos desarrollado técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas, sistemas de navegación de alta precisión y terapias innovadoras. Pero entre todos estos avances, uno de los más significativos y a veces subestimado es el desarrollo de las vacunas.
Las vacunas han transformado el panorama de la salud pública mundial. Gracias a ellas, enfermedades que en el pasado diezmaban poblaciones enteras, como la viruela o la poliomielitis, han sido erradicadas o están en vías de serlo. Las vacunas no solo protegen al individuo que las recibe, sino que generan un escudo comunitario conocido como inmunidad de rebaño, el cual protege también a los más vulnerables: recién nacidos, adultos mayores y personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
En mi experiencia médica, he visto los devastadores efectos que pueden causar infecciones prevenibles cuando alcanzan el sistema nervioso central. Virus como el del sarampión, la influenza o el COVID-19 pueden desencadenar encefalitis, meningitis y otros daños neurológicos severos. Evitar estas complicaciones muchas veces está en nuestras manos, simplemente manteniendo al día nuestro esquema de vacunación.
Hoy más que nunca, es vital reconocer el valor de las vacunas. Vivimos en una época en la que la desinformación puede circular más rápido que un virus. Por ello, es fundamental recordar que las vacunas son el resultado de años de investigación científica rigurosa, pruebas clínicas y seguimiento ético. Confiar en ellas es confiar en la ciencia, en la medicina y en los profesionales de la salud que hemos dedicado nuestra vida a cuidar de la suya.
Durante esta Semana Nacional de Vacunación, los invito a acercarse a su centro de salud, informarse y cumplir con sus esquemas de vacunación, tanto en adultos como en niños. No dejemos que enfermedades prevenibles pongan en riesgo lo que con tanto esfuerzo hemos avanzado.
Y recuerden: la aplicación y seguimiento de cualquier vacuna debe estar siempre en manos de un médico o personal de salud calificado. La prevención comienza con una decisión informada y responsable. Protéjanse, protéjanos.