Para la política de Estados Unidos todo país que tenga un gobierno democrático es una derrota no sólo política sino militar. Así lo expresó en el análisis de diferentes discursos ante la victoria electoral de Gustavo Petro, en Colombia, donde el vecino país tiene ocho bases militares. Todas cerca del Pacífico, aunque apuntando hacia Venezuela.
Al Estado estadounidense le urge justificar las muertes de tantos jóvenes que han perdido la vida en las guerras de invasión fuera de su territorio. No pueden resistir más tiempo con la idea que permea en su población de que miles de jóvenes murieron en vano. Claro, hay negocios particulares detrás de cada guerra, pero la política de engaño del otrora país más poderoso del mundo, quiere seguir mintiendo.
Ante este panorama vieron en Perú al rival más débil, porque su gobierno triunfó por un reducido número de votos y la economía tenía muchos años de estar en estado de descomposición, a causa, del saqueo estadounidense, pero debía mostró músculo con Pedro Castillo y lo logró a sangre y fuego, escondiendo que se trataba del “enemigo” más débil de Latinoamérica, espacio que consideró tradicionalmente como su patio trasero.
Las victorias de regímenes democráticos empezaron a diluir la idea del patio trasero de Estados Unidos, para que los latinoamericanos tuvieran personalidad propia, que sus gobiernos empezaran a mostrar que pueden caminar solos y que la derecha es sólo una chispa de los intereses enquistados en la región. La Casa Blanca no podía resistir más y fue por Perú, a través de los mercenarios de costumbre que, en nombre de la democracia y la aparente lucha contra la corrupción, tumban un gobierno que llegó al poder a través de los votos.
Las derrotas de Vietnam, Irán, Irak, Siria, Afganistán, son vistas con percepción similar a las victorias electorales de México, Honduras, Venezuela, Argentina, Chile, Brasil, Colombia ante los ojos del nostálgico sistema de poderío del vecino del norte. De ahí que debió actuar de inmediato para no sentirse tan arrinconado. La guerra en Ucrania es parte de este proceso político donde Estados Unidos quiere recuperar, aunque sea en los medios, la hegemonía de un imperio en la que ya nadie cree.
Sin el apoyo de Estados Unidos nada hubiera ocurrido en Perú, ahora hay más de 30 muertos, cientos de detenidos, decenas de desaparecidos como si se tratara de un golpe militar, al estilo de Pinochet en Chile, andanada financiada también por Estados Unidos. Los peruanos quieren que Pedro Castillo regrese a la Presidencia, nunca ha dejado de ser Presidente legítimo de ese país, discurso que sostiene la mayoría de los peruanos, incluso quienes no votaron por él.
La derecha adopta caminos antidemocráticos, golpistas, de propaganda que no coinciden con los datos, ni la realidad, ni la verdad.