Columnas
Estamos en un momento crucial donde la democracia, como una concepción clave en la política, tendrá que asumir ese significado que, a partir del 2018, luego del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, significó una esperanza para que sea el poder del pueblo quien tome las decisiones. De hecho, el movimiento de izquierda, que hoy luce sólido y vigoroso, se debe a ese respaldo incondicional que muestra la gente. Lo hemos visto en esas oleadas de apoyo cuando la presidenta ha convocado a la sociedad al Zócalo; lo vimos, de igual manera, cuando se perpetraron los fraudes electorales que operaron desde el conservadurismo. Y así como ocurrieron muchos hechos en los que el grueso de la población salió a defender las causas justas, así debe prevalecer esa democracia para elegir a quienes nos representarán en los gobiernos estatales, ayuntamientos, legislaturas locales y federales en las elecciones venideras del 2027.
Y por esa misma naturaleza y la esencia de una democracia, Morena, siendo siempre partidario de la pluralidad y de la participación democrática, tendrá que abrir el compás, sin excepción alguna, a todos aquellos que, por derecho, trayectoria y legitimidad en la lucha por la democracia en México, son partícipes de este proceso de transformación. Sí, hablamos de Félix Salgado Macedonio y Saúl Monreal, ambos senadores de la república y, por si eso fuese poco, arquitectos de la 4T. Uno y otro, en efecto, son hijos de esta lucha social por la democratización del país desde sus trincheras y, mejor aún, pioneros en la edificación del segundo piso de la llamada cuarta transformación desde el legislativo federal. Eso, por supuesto, los hace merecedores de esa libre competencia, especialmente para las elecciones intermedias que se jugarán en la mitad del país.
Creemos fundamental para la democracia, especialmente para su fortalecimiento, que ambos senadores de la República, que han deslizado abiertamente tener aspiraciones legítimas para la gubernatura de su entidad, tengan plena libertad y, claro está, esa posibilidad de medirse en la encuesta que aplique el partido en el momento en que se oficialicen las reglas de participación. Si consideramos que el pueblo, a través de estudios detallados y diseñados para canalizar el sentir social, serán quienes tomen las decisiones finales, ellos son el mejor juez. Eso, a la par de garantizar los derechos constitucionales, será el paso definitivo a la consagración de esa democracia de la que hemos hablado. Para tal efecto, el CEN de Morena, apegado a esa declaración de principios, debe obrar con rectitud, pues Félix y Saúl, desde este momento, son vistos, de acuerdo con la metodología de todas las encuestas de opinión, como favoritos para suceder al gobierno estatal en turno, tanto de Guerrero como de Zacatecas.
Y vaya que hablamos de un abrumador respaldo que han recibido del grueso de la población en ambas entidades. Es, sin ir más lejos, una clara decisión que ha tomado el pueblo para elegirlos como sus representantes en las boletas hacia la gubernatura. Es verdad, ambos están cargando de lo que mucho se ha ido hablando sobre la consanguinidad de quienes ahora encabezan la administración estatal en Guerrero y Zacatecas. Pero eso, ya lo dijimos, no puede ser, por cualquier ángulo que lo examinemos detalladamente, una concepción de nepotismo. Desde luego que a Félix y Saúl lo liga un lazo consanguíneo, sin embargo, no puede existir un juicio de nepotismo como tal, pues los dos, en décadas, han construido su propio camino en esta lucha democrática de la que hemos hecho énfasis.
Si llegaran a ser electos de manera unilateral, que no sería el caso en Morena, estaríamos hablando, de lo contrario, de un dedazo que cobraría mayor relevancia como un hecho antidemocrático. Ahora, el mismo CEN, en voz de sus dirigentes, puso sobre la mesa o, mejor dicho, esbozó modificar los estatutos para las reglas de competencia. Eso, como hemos venido explicando, sería un golpe duro para la democracia participativa y las opiniones de la sociedad en su inmensa mayoría. El CEN lo puede llamar reforma a las normas de participación, sin embargo, sería, en ese razonamiento de la defensa a las reformas constitucionales, un retroceso, porque la decisión de aplazar todo ese tema ligado al nepotismo se alargó hasta el 2030.
La reforma al poder judicial, por ejemplo, fue aprobada por la mayoría calificada que, digámoslo así, constituye la coalición Seguimos Haciendo Historia. La dirigencia, en ese sentido, defendió a capa y espada la autonomía del poder constituyente. Entonces, no solamente salvaguardó esa posición, sino que la promovió para que fuese respetada ante los recursos que maniobraron los tribunales judiciales. Siendo así, y por consecuencia, el CEN debe actuar en apego irrestricto a la declaratoria constitucional que ya se publicó en el Diario Oficial de la Federación. En concreto, Félix Salgado Macedonio y Saúl Monreal, ambos aspirantes a la gubernatura de su estado natal, no deben tener ninguna limitante del partido del que son fundadores y partidarios de ese proceso de transformación. De hecho, nadie puede poner en tela de juicio su formación dentro de esta lucha. Ellos dos, a lo largo de muchos años, le han demostrado amor y entrega a la misma causa social. Por ello, el CEN, siendo francos y honestos, no puede reprocharles nada, máxime cuando tienen una carrera consagrada.
Hoy, a menos de dos años de que Morena lance la convocatoria, la sociedad, en su inmensa mayoría, ha optado por ellos para encabezar la coordinación de la defensa del voto. Y lo digo de esa forma, pues todas las encuestas, sin excepción alguna, ratifican la abrumadora ventaja que tienen en sus manos Saúl Monreal y Félix Salgado Macedonio. Por eso las determinaciones, guiándonos por esa democracia, deben ser asumidas por el pueblo de México. Sí, hablamos de esa sociedad que, en muchas ocasiones, el mismo AMLO admitió que es poseedor de la sabiduría y la bondad para tomar el rumbo del país. Siendo así, dejemos que el grueso de la población decida quiénes serán sus representantes en las boletas.