A unos días de que inicie el procedimiento de selección de 4 consejeros del INE en la Cámara de Diputados, conviene repasar un concepto que será citado, analizado y propalado a lo largo de la secuela procesal que dispondrá la convocatoria respectiva. Se trata de la integridad electoral o de las elecciones íntegras.
Este concepto fue traído a la palestra por primera vez en 2012 en un documento de la Comisión Global sobre Elecciones y Seguridad, esfuerzo conjunto de la Fundación Kofi Annan y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), denominado Profundizando la Democracia: una estrategia para mejorar la integridad de las elecciones en el mundo.
Dicha Comisión estaba presidida por el propio Kofi Annan, otrora Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y se conformó con académicos y ex funcionarios del más diverso origen. Menciono sólo algunos por ser destacados: Ernesto Zedillo Ponce de León, expresidente de nuestro país y Vicepresidente de la Comisión Global; Madeleine Albright, exsecretaria de Estado del gobierno norteamericano; Javier Solana, exsecretario general del Consejo de la Unión Europea y Vidar Helgesen, Secretario General de IDEA.
En aquel texto señero se definió una elección con integridad como aquella basada en los principios democráticos de sufragio universal y equidad política, como lo disponen los estándares e instrumentos internacionales y que es profesional, imparcial y transparente en su preparación y administración a lo largo de todo el ciclo electoral.
El documento dice que para conducir elecciones con integridad hay que gestionar cinco grandes retos. 1.- Construir un efectivo estado de derecho para sustanciar quejas por violaciones de derechos humanos y para la justicia electoral. 2- Construir organismos de administración electoral profesionales, competentes, con total independencia de acción para administrar comicios transparentes que conciten confianza social. 3.- Crear instituciones y normas de competencia multipartidista y de división de poderes que promuevan la democracia como un sistema de seguridad mutua entre los contendientes políticos. 4.- Remover barreras legales, administrativas, políticas, económicas y sociales a la participación política universal y equitativa. 5.- Regular el dinero en política que hoy no tiene controles, no se reporta y es opaco.
Para esclarecer la naturaleza de las elecciones con integridad, el texto recurre al contraste al señalar que las elecciones que carecen de ella generan que políticos y funcionarios e inclusive las instituciones no rindan cuentas al electorado, al que se le niega la oportunidad igualitaria de participar e influir en el proceso político, con lo que la confianza pública en esos comicios será débil y los gobiernos carecerán de legitimidad. En estos casos las instituciones democráticas serán cascarones vacíos, desprovistos de la ética y el espíritu democrático.
@ElConsultor2
gsergioj@gmail.com