Columnas
@onelortiz
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El 5 de noviembre, la ciudadanía estadounidense elegirá al próximo huésped de la Casa Blanca: Kamala Harris, por los demócratas, o nuevamente, Donald Trump, por los republicanos. El resultado es de pronóstico reservado. Las encuestas arrojan resultados parejos, a favor de uno o de otro, pero siempre dentro del margen de error. El resultado final lo definirán un puñado de estados.
¿México qué vela tiene en este entierro? ¿Qué nos conviene más: que gane Kamala Harris o Donald Trump?
Me gustaría que Kamala Harris ganara, porque los gandallas como Trump siempre me han caído mal. Más allá de esta filia y fobia personal, me agrada la idea de que la nación más poderosa del mundo sea gobernada, por primera vez, por una mujer perteneciente a una minoría étnica. Considero que esto podría ser un punto de empatía con la presidenta Claudia Sheinbaum. Me gusta su agenda verde y una posición no tan beligerante en el tema de migración, así como una mayor inteligencia en asuntos como el narcotráfico, el tráfico de armas y de personas.
Donald Trump ha arremetido nuevamente contra México y los migrantes, llegando a niveles propios de teorías de conspiración. El tema del muro ha perdido centralidad, pero ha resurgido con fuerza el expediente de los aranceles. Medios de comunicación y analistas coinciden en señalar que, si el resultado no favorece a los demócratas, como ocurrió hace cuatro años, Trump no aceptaría el resultado.
Los Estados Unidos y sus gobiernos no tienen amigos, sino intereses, y con esta verdad puesta sobre la mesa, el gobierno mexicano deberá enfrentar algunas turbulencias. Primero, en el tipo de cambio. Si gana Trump, empresas como Tesla, que tanto cacareó el gobierno de Nuevo León, permanecerán en suspenso hasta que el tema de los aranceles quede claro y sea favorable para nuestros vecinos del norte.
El primer tema en la agenda bilateral con el nuevo gobierno será la renegociación del T-MEC, en cuestiones como la industria automotriz, los cultivos transgénicos y, por supuesto, la energía. Del otro lado de la frontera, hay una larga lista de preguntas respecto a cómo funcionarán los jueces electos por voto popular, y no sería raro que Estados Unidos esperara fijar los términos de esta nueva versión del tratado hasta después de 2025.
Un tema candente, el elefante en medio de la sala, será saber cómo funcionará la cooperación en contra de los principales cárteles del narcotráfico, particularmente en relación al fentanilo, que fue sistemáticamente negado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Quién sabe, tal vez el nuevo gobierno estadounidense, sea quien sea el ganador, ahora le informe a nuestro gobierno cómo fue el secuestro de El Mayo Zambada. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.