Columnas
Lo he dicho antes en esta columnilla: el deporte es un producto de la sociedad que lo produce y de ninguna manera queda fuera de los vicios o virtudes de ésta. El futbol mexicano desde luego no es una isla de limpieza y honestidad en medio de un ámbito corrupto como el que ha sido nuestro país desde hace décadas.
Hacia 1955, un grupo de trabajadores encabezados por Guillermo Álvarez Macías (192 en total) tramitó y consiguió un crédito del gobierno de Adolfo Ruiz Cortines para adquirir la totalidad de las acciones de una fábrica de cemento, la cual fue refundada bajo la modalidad de cooperativa. Nació así la Sociedad Cooperativa Manufacturera de Cemento Portland La Cruz Azul, cuya planta original se encontraba en la pequeña ciudad de Jasso (hoy Ciudad Cooperativa Cruz Azul), Hidalgo. Entre sus principios rectores la empresa tenía como premisa “conservar la unidad, ser responsables y tener realmente una conciencia cooperativa”. El señor Álvarez Macías fue nombrado presidente, cargo que ostentó de manera por demás eficiente y honesta desde dicho año hasta su muerte en 1976.
El tímido proyecto inicial se fue consolidando, o mejor dicho fraguando con el paso de los años; en 1942 se puso la primera piedra de una nueva planta en el istmo de Tehuantepec, cuando aún no se había liquidado el crédito gubernamental. Hoy cuenta con plantas en Hidalgo, Aguascalientes y Oaxaca. El cooperativismo como modelo económico tiene muchas bondades (siempre que no se pervierta) y posee vida más allá de la empresa: fomento de la vivienda digna, la educación, la vida comunitaria y el deporte. Es el mejor modelo posible en tiempos de neoliberalismo. Precisamente en el futbol descolló el nombre Cruz Azul, equipo cuyo meteórico ascenso no tiene parangón en la historia: de sus inicios como un modesto equipo regional, pasó a Segunda División, Primera División y Campeón de Liga. En muy pocos años se convirtió en un cuadro con alcances nacionales y uno de los tres grandes. En las décadas de los setenta y ochenta logró un tricampeonato y dos bicampeonatos, todos ellos en torneos largos que sí valen. Había un gran sentido de comunidad entre el equipo y los cooperativistas, así, por ejemplo, Miguel Marín, el mejor portero de la historia del futbol mexicano, residía en la Ciudad Cooperativa y convivía con los socios; Fernando Bustos y Octavio “Centavo” Muciño, dos jugadorazos que brillaron intensamente, nacieron y crecieron en Jasso. La Cruz Azul es la cooperativa más grande del continente americano y una de las diez cementeras más importantes del mundo, valuada en siete mil millones de euros.
Después de la desaparición de Guillermo Álvarez Macías la presidencia de la cooperativa tuvo varios titulares, hasta que en 1988 fue nombrado su hijo Guillermo, conocido como “Billy”. Pero hete aquí que Billy fue vil y no resultó honesto ni competente, todo lo contrario; desde el principio se dedicó a tejer una red de complicidades con el fin demantenerse en el cargo y después, una vez consolidado su poder, a hacer negociosfraudulentos por fuera, hasta que de plano intentó despojar a los socios para convertirla en una empresa privada de su propiedad. Continuará el próximo jueves…