José Narro CéspedesSenador por Morena
Nos enseñaron que la democracia es el ejercicio de salir un día cada 6 o 3 años a votar y que en el momento de soltar la papeleta en la urna termina el trabajo del ciudadano. Después de eso, el ganador de la elección era libre, investido de la impunidad del poder, de hacer todo lo posible para enriquecerse y enriquecer a su grupo político.
La consulta popular planteada por el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene como objetivo saber qué opina el pueblo sobre la posibilidad de enjuiciar a ex presidentes de México; además, de que es un ejercicio para empoderar a los ciudadanos y hacerles saber que no tienen que esperar a que los poderes públicos decidan proceder penalmente o no, ya que cuentan con los mecanismos para hacer valer su voz y exigir que se haga justicia. Vivimos el tiempo de crear una nueva democracia, de informar que el papel del ciudadano se extiende a la vida cotidiana y que sus decisiones darán sentido al país.
La Consulta Ciudadana sirve para que las autoridades sometan a consideración de la ciudadanía (por medio de preguntas directas, foros o algún otro instrumento de consulta), cualquier tema con un gran impacto en los distintos ámbitos temáticos, sectorial y territorial en la capital.
Por esto, para la democracia mexicana es vital que se realice una consulta ciudadana para enjuiciar a los expresidentes que hubieran cometido algún delito durante sus administraciones.
La consulta, no es una revancha, es el derecho colectivo a la memoria de un pueblo que ha sufrido el crecimiento de una clase política que llegó para enriquecerse a base de lo que fuera, para dejar a la mayoría de los mexicanos en la pobreza. Derecho a la memoria de recordar y enjuiciar a quién propició que nuestro país se haya convertido en referente de corrupción y de violencia en el mundo.
Los mexicanos tenemos que salir a exigir el derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación, pues hemos sido víctimas de la violencia de la desigualdad, de la miseria y la violencia que nos heredaron los regímenes anteriores, y la consulta, hoy es el paso fundamental en el camino hacia la reconciliación y la reconstrucción del tejido social.
La memoria se ha convertido en una categoría ético-filosófica, política y jurídica, convirtiendo el recuerdo en un auténtico deber moral, en un antídoto contra la barbarie y el olvido en que han caído muchas veces las víctimas de las violaciones de los derechos humanos más básicos.
No podemos llamar a una consulta a un pueblo que no sepa los costos del neoliberalismo. La consulta es recordar de forma consciente y metódica a quién y por qué los debemos enjuiciar. Repito, no es un acto de venganza, es un acto de justicia, de sanación y reconciliación con el pasado y futuro que nos robaron.
Dice Anonimus: No perdonamos. No olvidamos. Espéranos.