La prosperidad de México está en sector rural
México se destaca entre las naciones que cuentan con un sector agropecuario y pesquero productivo, capaz de abastecer el mercado nacional y atender la demanda internacional de una amplia variedad de productos que cumplen con altos estándares de sanidad de inocuidad.
Esto es posible porque se cuenta con millones de hectáreas agrícolas, agostaderos, costas, cuerpos de agua y una de las mayores biodiversidades del planeta, así como recursos humanos comprometidos con el desarrollo de sus comunidades y del país.
En el siglo pasado atestiguamos la importancia del sector rural a través de los movimientos armados y los conflictos sociales gestados por la posesión de la tierra. En los últimos años el sector había sido relegado por la ejecución de políticas neoliberales que le apostaban a la importación de productos y a relegar la producción interna. Actualmente, con la llegada de la pandemia sanitaria el campo nacional se reposicionó y nuevamente nos hizo ver la importancia del sector rural.
El actual reconocimiento no hubiese tenido lugar sin la aplicación de políticas públicas federales que garantizaran el abasto y evitaran la ruptura de la cadena agroalimentaria, como las aplicadas por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y secundadas por las dependencias estatales encargadas de impulsar el desarrollo agrícola, pecuario y pesquero.
Se trata sin duda de un logro, cuya acción federal dirigió el secretario Víctor Villalobos Arámbula y que también logró eliminar el intermediarismo al hacer que los apoyos públicos llegaran directamente a los productores y beneficiarios, sobre todo a los de pequeña escala.
Sin embargo, la víspera de concluir el 2021 en el sector aún quedan retos por atender y objetivos que cumplir, como reducir la brecha de desarrollo entre las ciudades y las zonas rurales. La experiencia internacional, sobre todo la de los países desarrollados, sugiere, como avance, el incremento significativo del producto interno bruto en el campo.
Atender con más hechos al sector permitiría acortar las diferencias de ingresos entre las zonas rurales y urbanas y con ello cristalizar la prosperidad común y autosuficiencia alimentaria.
Los ingresos registrados en el sector rural, a pesar de invertir más tiempo, esfuerzo y mano de obra para hacer producir los campos, aún están lejos de los que se obtienen en las zonas urbanas, que son el principal centro de consumo de los productos generados en el campo.
Al cierre del año, sin duda, México cuenta también con mejores condiciones para vincular la investigación con el sector productivo primario y mejoramiento de los sistemas agronómicos.
En el país se consolida la infraestructura de innovación científica e investigación que por décadas, y de manera intencionada, se mantuvo en el olvido, como el Colegio de Postgraduados (Colpos), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), entre otros. Además, somos sede del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), que es pilar para construir sistemas agroalimentarios más resilientes.
LUIS P. CUANALO
* Especialistas del sector agropecuario
* Presidente del Colegio de Ingenieros Agroindustriales de México, A.C