El ejercicio del poder del estado es frecuentemente confundido, con el poderío personal. Esa capacidad de "imponer la voluntad propia" a la que se refieren algunos diccionarios.
Por otro lado, la libertad (como todo lo humano) solo existe dentro del estado, y no en un "estado de naturaleza" ideal.
El ser humano es un ente social, y la sociedad debe vivir en forma armónica y ordenada. Para eso están los límites que impone el estado (a través de la Ley). Fuera de esos límites, no hay libertad. Solo dentro de ellos.
Si no puedes decidir con libertad, dentro de los límites de la ley, tu libertad y tu voluntad están "secuestradas".
Pero si, dentro de lo que le es posible decidir a cada persona, se le restringe esa capacidad, ahí es donde se origina el "secuestro" de la libertad.
Por otro lado, poner límites iguales a la conducta humana no significa que todos debamos actuar igual. Dentro de los mismos límites, cada quien es libre de comportarse de manera distinta.
Aún si decides que alguien mas decida por tí, tu libertad ha claudicado. Eres un "preso" voluntario de las decisiones de otros. ¿Para qué luchar por la libertad, si en el fondo tenemos "alma de esclavos"?
Las personas estamos dispuestas a "sacrificar" una parte de nuestra individualidad para convivir con la sociedad en forma armónica. Pero, ¿hasta qué punto?, ¿cuál es el límite?
Se requiere ajustar los propios límites, a los límites de los demás. Precisamente por ello se habla de un "pacto social".
Para garantizar ese pacto, el derecho sanciona las conductas indeseables para una sociedad. Hay quien cuestiona si no funcionaría también premiar al que "se porte bien". Yo me pregunto si no debemos dejar atrás la idea de actuar por miedo al castigo, o por la búsqueda de recompensa, y empezar a actuar simplemente por la conciencia de que necesitamos todos un entorno mejor para vivir.
Podemos cuestionar el contenido específico de algunas leyes; pero debemos reconocer la utilidad y la necesidad de que existan normas que regulen y ordenen nuestra conviencia social.
En ocasiones, también el dinero obnubila el pleno ejercicio de la autonomía de la voluntad, y el libre albedrío. ¿A quién no le han pagado alguna vez por hacer algo que preferiría no hacer? La voluntad alienada por el interés o la necesidad de dinero, no puede ser expresada libremente.
El ejercicio del "poder" público, en cualquier nivel, tamaño o dimensión que se presente, no debería jamás ser utilizado para imponer la voluntad propia, u obtener cualquier tipo de ventaja o beneficio personal. Eso desnaturaliza su esencia y función. Lo desvirtúa y distorsiona.
Flor de Loto: Es un error muy común, pensar que hay una sola forma de hacer las cosas.