Denunciar elecciones es una práctica común en México, por el discurso antagónico y automático que desde 1988 alimentó la oposición, prácticamente sin pausa y sin distinción, hasta el año 2000, donde la alternancia partidista dio un respiro al discurso eterno del fraude electoral.
Como sabemos, revivió, con más fuerza que nunca, en 2006, pues la diferencia entre el primero y el segundo lugar, volvía verosímil la determinancia de cualquier irregularidad para voltear el resultado. Pero una característica tiene la denuncia a la mexicana, y es el hecho de denunciar por anticipado las elecciones y aún así participar en ella, haciendo efectivas las amenazas de protesta en caso de que la oposición resulte perdedora.
Llama la atención que sea el mismo mensaje que había manejado el presidente de la República, pese a que las instituciones de las que sospecha le hayan reconocido el triunfo. “Es que fue tan amplio que no pudieron con nosotros”, y afirmaciones semejantes, de retórica de estadio, permiten mantener la posición anti institucional a pesar de ostentar cualquier cargo de gobierno. Por eso es de celebrarse la mesura de las declaraciones presidenciales luego de conocer los resultados de Coahuila e Hidalgo, pese a que el presidente de Morena sí los haya desconocido y vaya a pelear lo que se pueda en tribunales; al ser representante de un partido y no del Estado mexicano, eso es parte del juego electoral y se vale.
¿Qué significan esos resultados, que a muchos embriagaron como si fuera una premonición exacta de 2021 y 2024? Es importante leerlos con cierta modestia. Coahuila e Hidalgo son bastiones del PRI de antaño, y los gobernadores han sido especialmente cuidadosos en mantener sus clientelas políticas bien afianzadas.
En Hidalgo, particularmente, destaca la medida extraordinaria del gobierno estatal de otorgar un ingreso mensual como seguro de desempleo a los trabajadores que resultaron positivos de Covid-19, durante esta pandemia. También resalta que el PRI ha operado como oposición gradualista y de bajo perfil, a diferencia del PAN; salvo en asuntos muy concretos y límite (fideicomisos, consulta popular), más bien ha votado junto con la mayoría morenista. Esto quiere decir que el electorado no está votando, necesariamente, con una racionalidad anti 4T, pues hubiese sido entonces el PAN (oposición dura, innegociable, absoluta) quien hubiese arrasado en todos los distritos.
El dato interesante para el presidente es que la intención de voto por Morena no coincide con el índice de aprobación que él, en lo personal, mantiene. Eso implica que ya no puede llenar de impresentables las listas de candidatos, y confiar en que su imagen gane por arrastre, patrocinando a cualquiera. Para el resto de los partidos, quizás sea recordar que la experiencia es incomparable e incomprable; y el PRI, dentro del sistema político mexicano, tiene más experiencia que cualquiera, siendo gobierno, oposición, y todo lo que se encuentre en medio.
Twitter: @IsraelGnDelgado