De un tiempo a la fecha, cada que se estrena un filme de la casa productora Pixar, las opiniones se dividen, atrás han quedado las hordas de la crítica especializada y no, que de manera unánime calificaban al filme en turno como sobresaliente.
“Luca”, del novel director Enrico Casarosa, no ha logrado lo anterior, y se convierte en una más de esas películas que mantiene muy buenas intenciones, pero que no logra nunca atrapar completo al espectador, a razón de su imposibilidad de mantener un discurso cuerdo, elocuente y original.
Luca es un joven monstruo marino que se dedica pastorear su rebaño de peces -por extraño que suene- el cual, cansado se su vida monótona, decide aventurarse a salir a la superficie en donde conoce a Alberto, un monstruo igual que él, ya bastante aclimatado al mundo de los humanos, que la da ciertos consejos para sobrevivir en un mundo diferente.
La amistad entre ambos surge de inmediato, al igual que el sueño de comprar entre los dos una Motoneta Vespa para recorrer el mundo, sin el yugo castrante de sus padres, sobre todo los de Luca, avanzada la trama se sabrá que sucedió con los padres de Alberto.
Ambos deciden entrar a una competencia local en donde el primer premio es una buena cantidad de dinero que les permitiría adquirir su sueño motorizado; es ahí donde conocerán a Guilia, una jovencita que compite en la carrera para ayudar a su padre con los gastos de la casa.
Dejemos de largo que la historia de Luca suena a algo que ya hemos visto -Triton por accidente, La sirenita o Splash-, una historia llena de clichés puede resultar en un filme interesante, el problema no es ese, es que con base en las conveniencias del guion, estos cliches quedan sueltos, todo para desbordar la historia en un filme poco carismático y por momentos aburrido, no hay sorpresa en el guion.
Cosas como el hecho de que mágicamente se conviertan los monstruos, como que el pueblo en el que viven esta determinados a cazar a dichos monstruos pero que al saber que esos dos jovencitos son un monstruo no exista mayor conflicto, el hecho de que dos niños sin padre sea cosa común en una sociedad tan arraigada a la familia como lo es la italiana, y para rematar el final ,en donde de buenas a primeras las relaciones familiares no solo se arreglan mágicamente sino que los adultos no tiene injerencia en las decisiones de un grupo de niños.
Más allá de enfocarse en cosas sin fundamento como el creer que el filme tiene una agenda ideológica oculta, debería llamar más la atención el discurso que brinda el autor, que considera que las decisiones tomadas por dos preadolescentes son bastante más asertivas que las de sus padres.