Con la aprobación de la tasa cero de IVA e ISR a productos de gestión menstrual, se pone sobre la mesa la urgente conversación en torno al aspecto económico y social sobre el derecho a la menstruación digna.
Y es que la falta de recursos económicos y la ausencia de infraestructura de servicios de higiene en los espacios públicos, afecta negativamente la experiencia de millones de personas menstruantes alrededor del mundo, golpeando al desarrollo integral e igualitario.
Créanme, la situación es realmente grave y de pronta atención. Tan sólo en México, de acuerdo con UNICEF, el 43 por ciento de las alumnas con periodo menstrual prefieren no ir a la escuela durante éste. A nivel mundial, se reporta que el 41 por ciento de las niñas y adolescentes de entre 11 y 17 años, se abstienen de acudir a clases, durante los días de su periodo menstrual, a causa de la falta de acceso a productos de higiene y de creencias sociales que relacionan la menstruación con impureza y vergüenza.
La aprobación de la tasa cero para productos de higiene íntima es una buena noticia para las personas menstruantes que tienen acceso a ellos, pero es indispensable resolver también la situación de quienes no están cerca de herramientas tan útiles, como toallas sanitarias, y que también carecen de espacios adecuados para las rutinas de higiene, como en algunas comunidades indígenas de México que aún utilizan letrinas o agujeros en la tierra para defecar u orinar.
Imaginen el impacto de una niña o adolescente que se ausenta alrededor de tres días por mes a clases, no hace falta un complejo cálculo para hablar del importante rezago educativo. Claro, la situación se agrava cuando hablamos de estudiantes en situaciones de mayor vulneración, sin acceso a servicios de saneamiento como agua y jabón de manera frecuente. Y ni qué decir si tienen la oportunidad sí, repito, la oportunidad de poder destinar, por lo menos, entre 40 y 60 pesos mensuales en sólo un paquete de toallas sanitarias.
Justo es el punto que debe colocarse en el centro de la mesa de esta conversación. El derecho de transcurrir un periodo menstrual digno no debe estar sujeto a condiciones económicas, sociales ni mucho menos de acceso a información sobre educación sexual integral.
Debemos seguir construyendo, todas y todos desde nuestras trincheras, la mía es informativa, una base cultural, económica, social y de políticas públicas que considere a los periodos menstruales como parte de la vida cotidiana, porque no podemos pasar de lado que, en la realidad, hay quienes se siguen quedando atrás cada que llega la menstruación. Y aunque es un tema que impacta directamente a las mujeres, siguen siendo hombres quienes deciden las políticas públicas básicas de salud sobre este tema.