De nueva cuenta volví a sentir cómo una enorme bola de boliche rodaba por debajo del suelo para seguir un camino recto quién sabe hacia dónde e inmediatamente después, ruidos como rugidos. Los primeros segundos, un movimiento trepidatorio seguido de oscilatorios que como siempre que se registra un sismo se vuelven eternos. En la mente no es cuestión de minutos, sino de horas y horas.
Esa noche del 7 de septiembre, mientras medio atropelladamente buscaba salir a la calle donde había una lluvia pertinaz, me pregunté si podía ser considerado un privilegio convertirse en sobreviviente de varios sismos, los principales, los del 19 de septiembre de 1985 y 32 años después, en una coincidencia escalofriante, la misma fecha pero en el año 2017, cuando un par de horas después de que en el país se habían llevado a cabo diversos simulacros, la desgracia se presentó en la escuela primaria “Enrique Rébsamen”, donde perecieron 19 menores cuyos padres guardan un luto eterno y doloroso.
Cuatro años después, la dueña de ese plantel, Mónica García Villegas paga su irresponsabilidad en el Reclusorio de Santa Martha.
Y entonces el mes patrio se convirtió en algo más que 30 días de miedo porque los sismos coinciden en septiembre y eso inició con el terremoto de 1985, cuando por cierto, no había celulares ni tanta tecnología como existe actualmente y México se convirtió en una isla destruida porque no había forma de tener contacto con el exterior y la historia que siguió fue muy larga pero en la que México demostró su solidaridad de una forma impresionante.
Hoy es muy diferente, lo que no cambia es el pánico, los nervios así como esa sensación de sentirse tan vulnerable e indefenso ante los embates de la naturaleza. Si las alertas sísmicas no funcionan en su totalidad, a la hora de sentir el temblor es lo de menos; hoy puede decirse que vivimos el primer sismo en pandemia de Covid 19 que afortunadamente tuvo saldo casi blanco. Casi, porque hubo una persona fallecida.
Sin embargo, no puede descartarse que en México se vive una época muy difícil. Este movimiento telúrico de 7 grados, tuvo lugar cuando en Tula, Hidalgo y Ecatepec, Estado de México, se han registrado inundaciones como la que ocurrió en el Hospital General de Zona # 5 en Tula, que derivó en la muerte de 17 personas por falta de oxígeno y cuando éste llegó, era demasiado tarde. Esto sin soslayar que ya no hay Fonden.
El sismo ocurrió justo el mismo día que la empresa noruega DNV, presentó el dictamen técnico final sobre la tragedia de la Línea 12 del Metro y se determinó que ese fatal hecho se dio por “la falta de pernos funcionales que permitieron que las vigas se pandearan y colapsaran”. Malditos pernos y vigas pandeadas y lo único que faltaba era el sismo.
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