Pareciera que todo está en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, marchas y manifestaciones, bloqueos, pandemia, niños muertos a consecuencia de falta de medicamentos, mujeres que toman instalaciones federales, desplegados y cartas abiertas de personajes importantes de la vida cultural, científica y política del país, el regreso de Ricardo Anaya al ambiente político y por si le hiciera falta un poco más de sal a sus problemas, el terrible pleito familiar al interior del partido, que él creo, para ganar la presidencia: Morena.
Definitivamente no es lo mismo ser líder de oposición, a ser cabeza de un gobierno que se debate entre decenas de conflictos sociales, económicos y políticos. Todos, incluyendo a los morenistas, están haciendo hasta lo imposible por debilitar al jefe del Ejecutivo que nada entre tiburones hambrientos.
Pero insisto, es el propio presidente de la República quien ha dado pie a esta ola de manifestaciones que crecen exponencialmente con una de las peores políticas de comunicación que no le ayudan en lo más mínimo, al contrario, lo enfrentan a sus adversarios y a la propia sociedad lastimada por las promesas no cumplidas o por los desaires que el propio mandatario les ha hecho.
De esto podríamos hablar mucho, desmenuzar cada uno de los temas que está cargando sobre los hombros López Obrador, hoy, sin embargo, solo me voy a ubicar en uno, en el pleito familiar de los morenistas que se han dado a la tarea de sacarse sus “trapitos al sol” con tal de presidir un partido que en voz de Porfirio Muñoz Ledo no lo es, sino un movimiento de hombres y mujeres hambrientos de poder y de manejar los millonarios recursos de Morena.
De los más de cincuenta aspirantes a dirigir el Movimiento de Regeneración Nacional, solo hay tres que tienen nombre al interior de Morena, empezando por el propio Muñoz Ledo seguido de Mario Delgado, el delfín de Marcelo Ebrard y de Yeidkol Polenvski acusada por sus compañeros de corrupta y de haber hecho mal uso de los recursos cuando presidio el no partido.
El veterano Porfirio Muñoz Ledo, con amplia experiencia en las lides políticas y también en cambiar de partido cuando personalmente le conviene, hace campaña acompañado de una joven senadora con pésima imagen: Citlali Hernández, quien es del grupo del no menos radical y ambicioso Martí Batres.
El diputado y expresidente de la Cámara de Diputados ha enfocado sus baterías en atacar al canciller Marcelo Ebrard a tal punto de, al estilo Paco Ignacio Taibo ll, amenazarlo con correrlo de morenalandía por andar adelantándose a ambicionar la silla presidencial. Con qué cara hace eso don Porfirio cuando es público su historial político y su metamorfosis al haber pasado por todos los partidos políticos.
El presidente López Obrador tiene demasiadas presiones, pero si no da un fuerte manotazo en la mesa de los morenistas, éstos lo van a llevar al fracaso en las elecciones intermedias del 2021.