Columnas
Indignación, coraje, sufrimiento, alegría, tristeza, sonrisas, llantos, fueron parte del caleidoscopio de emociones y sentimientos que vivieron y manifestaron en la marcha del 8M, las mujeres y hombres que se dieron cita para alzar la voz y que hicieron vibrar las principales calles y el Zócalo de la ciudad de México, y de todos los estados del país, logrando que las autoridades, los funcionarios, los partidos políticos, las vieran y las escucharan, lo que dicen, no sucede los restantes 364 días del año.
Razón por la que a todo pulmón gritaban consignas como “¿Por qué te espantas por las que luchan y no por las que mueren?”, “Hoy a los 18 grito lo que a mis 5 no pude”, ¨Me niego a ser un archivo cerrado”, “Que sean los vidrios del gobierno, no los cuerpos de las mujeres los que se quiebren”, “Si me creen muy niña para protestar, también estoy muy niña para que me secuestren y maten”, “te cambio mi voto por mi hermana desaparecida o fallecida”…
En medio de la gran Marea Violeta, hubo un contingente que llenó de fortaleza y alegría a todos los demás, porque al verlo, quienes estaban adelante, atrás o al lado de ellas y ellos, sabían que esa lucha, que las demandas, que esa marcha, valía la pena porque el legado que se estaba grabando en esas calles estaba trascendiendo a otras generaciones.
Ese contingente era el que convocó la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), en donde niñas, niños y adolescentes bajo el lema: “Juntas y juntos por nuestros derechos”, alzaron su voz para decirle a las autoridades “Tenemos Derecho a una Vida Digna y Libre de Violencia, ¡Juntas Somos Niñas PODEROSAS” y “Adolescentes Fuertes, Fuertes y Valientes”!
Niñas, niños y adolescentes que por momentos fueron la voz que incitó las consignas de los demás contingentes, y que lo hacían en solidaridad y sororidad con las y los manifestantes, pero también porque tienen mucho que demandar, porque su vida no ha estado exenta de violencia, de injusticia y de olvido.
Porque también ellas y ellos han sido víctimas de violencia física, emocional, psicológica y sexual, de reclutamiento forzado, de pornografía, de ser expuestos al trabajo infantil y sus peores formas.
Además de que, según datos difundidos por la REDIM, es hora de que sea una prioridad para el Estado invertir en su protección y oportunidades, sin más discriminación, ya que, en México, el 46% de las mujeres de 0 a 17 años vivía en situación de pobreza en 2022.
Porque actualmente, son pocos los programas de políticas públicas para su atención, y porque representando las mujeres el 49% de la población infantil y adolescente en el país, hay una ausencia de presupuesto y programas para generarles oportunidades, por lo que demandan se invierta en políticas públicas que les garanticen una vida libre de violencias.
La participación de las niñas, niños y adolescentes en la Marcha del 8M, nos deja la reflexión que, gran parte de lo que en esa marcha se estaba expresando, era el resultado de lo dicho en un proverbio africano que a la letra dice: “El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para sentir su calor”., por eso o los “abrazamos” con mejores políticas educativas, sociales, con mayor presupuesto y justicia… o la Marea Violeta no tendrá fin, porque las Niñas Poderosas y las Adolescentes Fuertes y Valientes que se manifestaron este viernes, se encargarán de que la lucha por justicia, por la no violencia, por la igualdad, paridad y equidad, no termine.
ROSALIA ZEFERINO SALGADO
Asesora en Comunicación Estratégica
e Imagen Pública.