Hillary Clinton ha sido, desde hace muchos años, espectadora en primera fila de la política estadunidense: fue primera dama por ocho años, senadora, secretaria de estado y candidata presidencial. Conoce los entretelones no sólo de lo que sucede al interior de la Casa Blanca sino de Washington y de todo el país. Y por si no fuera suficiente, se enfrentó hace poco más de cuatro años al presidente más cuestionado de la historia de Estados Unidos.
Hace unos días Hillary escribió un artículo en el periódico Washington Post y, por su importancia, reproduzco algunos comentarios… “El ataque al Capitolio del 6 de enero fue el resultado trágicamente predecible del rencor de los supremacistas blancos alimentado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero su salida del cargo ya sea de inmediato o el 20 de enero no resolverá los problemas más profundos expuestos por este episodio, lo ocurrido es motivo de dolor e indignación. Pero no debería ser motivo de sorpresa. Lo que con demasiada frecuencia pasó, como los desvaríos de una figura desafortunada pero temporal de la vida pública, forma parte en realidad de algo mucho más grande. Ese es el desafío que enfrentamos todos”.
Y después del 11 de septiembre muchos concluyeron… “Los autores del informe exploraron las fallas que terminaron permitiendo un devastador ataque terrorista”. “La falla más importante”, escribieron, “fue de imaginación. Creemos que los líderes no entendieron la gravedad de la amenaza…” casi 20 años después, estamos viviendo otra falla de imaginación: la falla de no haber reconocido el daño que pudo hacerle a nuestra nación un presidente que incita a la violencia, líderes del Congreso que avivan las llamas y las plataformas de redes sociales que tallan las teorías de la conspiración en la mente de los seguidores de Trump. A menos que lidiemos con las amenazas que tenemos en frente corremos el riesgo de garantizar que los eventos de la semana pasada sean sólo el preludio de una tragedia mucho mayor”.
“Hay cambios que los líderes elegidos deberían buscar realizar de inmediato como la promoción de nuevas leyes penales a nivel estatal y federal, que no dejen impunes a los supremacistas blancos y que rastreen las actividades de extremistas como los que violentaron el Capitolio. Twitter y otras compañías tomaron la decisión correcta al no permitir que Trump utilizara más sus plataformas, pero tendrán que hacer más para frenar la propagación del discurso violento y las teorías de conspiración.
“A pesar del horror de lo que vimos, el ciclo de noticias pasará a otra cosa. Nos debemos a nosotros mismos no hacer lo mismo. Tenemos la fuerza, la capacidad y la imaginación para enfrentar lo ocurrido y asegurarnos de que nada parecido vuelva a suceder.”