ROSALÍA ZEFERINO.
Con tres hijos y con el sueño de darle a cada uno su propia caminoneta para que en el transporte público tuvieran una forma honesta de ganarse la vida, Guadalupe “la Pato”, trabajaba duro desde las 4 de la mañana en una camioneta de la ruta 83 en el oriente del Estado de México. Trabajaba duro porque, por su historia personal, tenía claro que al tomar el volante de su camioneta, no solo trasladaba a los pasajeros de un lugar a otro, sino también le daba un nuevo rumbo al futuro de ella y al de su familia.
Sin embargo, el pasado 23 de septiembre, en la misma camioneta en la que poco a poco iba cumpliendo sus sueños, le hicieron la última parada de su camino, terminando con todo aquello que había planeado. Sus familiares no creen y no quieren que esto se vea como un simple asalto, quieren que se vea y se investigue como feminicidio. Sí, feminicidio, porque la violencia manifestada hacia Guadalupe, solo puede calificarse de esa manera.
Golpes, asfixia y dos balazos, no es un simple asalto, no es un simple “dame todo lo que traigas” y ya. Esto como lo dice claramente la definición de feminicidio, es una manifestación de violencia extrema contra la mujer.
Este feminicidio sucedió un día después de que la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez, informara que de enero a agosto de este año habían aumentado en un 8% la tasa de feminicidios en comparación con el mismo periodo de 2020. Y después de que en julio, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) informara que durante el primer semestre de 2021, se habían registrado más de 10 mujeres asesinadas al día.
Guadalupe, nunca se iba a imaginar que ese 23 de septiembre iba a formar parte de esa dramática estadística, que cada vez duele más, y duele porque los últimos años, a pesar de que México ha suscrito a nivel internacional la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención Belém do Pará, y a nivel nacional tenemos la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, los medios de comunicación y Maria Salguero a través de su Mapa de Feminicidios, nos han dado cuenta de la violencia que viven día a día las mujeres.
Violencia que no discrimina, porque de manera similar se violenta o asesina a una anciana que a una niña, a una mujer rica y a una pobre, a una mujer con estudios que sin estudios, a la que es blanca y a la que es morena.Que tanto no discrimina que en la marcha del 8 de marzo del 2020, marcha que cambió el paradigma de la conmemoración del día internacional de la mujer, había mujeres de todas las edades, de todas las clases sociales, de todas las creencias, unidas en un solo grito “ Nos queremos vivas, libres y sin miedo. Ni una menos”.
Mujeres gritando, manifestándose, mostrando que ante la violencia, las desapariciones, los feminicidios, como dice Soraya Chemaly “Rabia somos todas”, y rabia somos todas porque cuando sabemos de historias como la de Guadalupe, como la de la niña Fátima asesinada en Xochimilco y muchas historias más, quisiéramos hacer algo más y cambiar esa realidad que merma nuestra libertad, nuestra seguridad, nuestra tranquilidad.
¿Qué tiene que suceder para que este México, nos deje de doler por lo que le sucede a las mujeres?porque ya no queremos escuchar cifras que crecen y crecen, queremos escuchar que por fin, todas estamos vivas, libres y sin miedo, y que cuando salgan a hablar de cifras, la verdadera noticia sea: Ni una menos.
Mtra. Rosalía Zeferino Salgado
Asesora en Comunicación Estratégica e Imagen Pública
rosaliazs.ceip@yahoo.com.mx