Puedo asegurar sin temor a equivocarme que no es el sueldo (108 mil pesos mensuales) lo que llevó a Olga Sánchez Cordero a aceptar el cargo de secretaria de Gobernación en la administración de Andrés Manuel López Obrador, sino su genuino deseo de colaborar por hacer de México un país mejor. El problema, desde mi humilde punto de vista, es que muy poco se puede hacer cuando se tiene a un presidente que no escucha a los moderados de su gabinete.
Sánchez Cordero esta dentro de ese grupo, muy pequeño, por cierto, de servidores públicos moderados, es decir, de hombres y mujeres que saben que para llevar a un país a buen termino es fundamental la negociación con todas las fuerzas políticas, sectores llámense empresarios, intelectuales, artistas, científicos, activistas, historiadores y ciudadanos comunes y corrientes que anhelamos vivir en una nación distinta a la que estamos viendo y sintiendo.
Por ser de acuerdo con la propia Constitución la segunda en importancia en la administración pública federal, el presidente López Obrador debiera apoyarse en la titular de Gobernación para cualquier asunto donde intervenga el derecho, ella, más que cualquiera otro u otra con estudios de abogacía, tiene más conocimientos que sin duda evitarían desaciertos legales en decisiones presidenciales.
Es muy triste, desde mi muy particular punto de vista, ver como el titular del Ejecutivo federal desaprovecha los conocimientos de una mujer que en la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México hizo un papel trascendental para acordar con la oposición articulados que parecían no tendrían la más mínima posibilidad de ser aprobados y ver la luz.
Me voy a referir nuevamente al mandato por decreto del primer mandatario para que todos los trabajadores del gobierno federal aporten el 25 por ciento de su salario y donen su aguinaldo para sostener los programas y obras de infraestructura del tabasqueño; si cree que alguno de sus empleados voluntariamente aceptará bajarse el salario de por si bajo para la responsabilidad que tienen, está equivocado, lo harán más a fuerza o por temor a perder su trabajo.
En este tema ni más ni menos bien pudo preguntarle, quizá lo hizo, a la secretaría de Gobernación si su decreto no violaba los derechos laborales de los trabajadores consagrados en la Constitución. Si no lo hizo, mal; si lo hizo y no escuchó la voz de una conocedora peor porque solito se genera las críticas que tanto le molestan.
Conozco a algunos funcionarios del gabinete lopezobradorista a quienes podría calificar de moderados, además de Sánchez Cordero está el secretario de Hacienda, Arturo Herrera que también ha sido desaprovechado. El presidente López Obrador, no escucha, pero indudablemente se siente muy cómodo en medio de los radicales que le endulzan el oído para decirle: “muy bien Señor”, cuando todos, sin excepción, debieran ser la conciencia de quien gobierna este país. Los moderados en la sobrevivencia…