Todos hemos escuchado las desacreditaciones de Andrés Manuel López Obrador cuando algo no le gusta.
No es de sorprender que lo haga también con la prensa, sin embargo, AMLO no ha entendido la necesidad de que los periodistas en México hagan su trabajo con credibilidad. López Obrador debe recordar que la prensa libre es indispensable para la lucha contra la corrupción, que tanto le preocupa.
Es inaceptable que cada que un periodista o medio de información está en su contra, él asegure que se trata de mentiras o manipulaciones.
No podemos olvidar aquel 15 de abril de 2019 cuando en la mañanera se escucharon las palabras más atroces “si ustedes se pasan, ya saben lo que les pasa”.
Reporteros sin Fronteras catalogó a México como el país más peligroso para ejercer el periodismo. Encima tenemos un presidente que se hace como el que no entiende el tamaño del problema. No se trata de su gobernabilidad sino de violentar a una prensa ya de por sí lastimada. Quince periodistas han sido asesinados durante el gobierno de López Obrador.
Y como si faltara empeorar las cosas, según la ONG Artículo 19, el 99.3 por ciento de los asesinatos de periodistas no se investigan y, por lo tanto, no se castigan.
¿Y la Fiscalía de Atención para Delitos contra la Libertad de Expresión dónde está? Se creó como un mecanismo precisamente para evitar este tipo de agresiones, pero cuando suceden, y más si es el presidente, simplemente no aparece en escena. Se supone que perseguiría la justicia y sobre todo, prevendría y erradicaría la violencia contra la prensa de nuestra cultura, pero no sucede nada. Así de sencillo.
En más de una ocasión, cuando López Obrador estaba en campaña no paró de usar las agresiones a la prensa que sucedían en la era de Enrique Peña Nieto para desacreditar a aquel gobierno. Morena y el movimiento que lo llevó a la presidencia criticaron los asesinatos contra periodistas hasta el cansancio.
Es tiempo de que el presidente detenga su camino a convertirse en todo lo que siempre criticó.