Ya les he hablado en esta columna de la igualdad sustantiva y de las distintas acciones que hay que emprender para alcanzarla. Hemos mencionado la igualdad entre mujeres y hombres, en el trabajo, en el ejercicio del poder y una de las más olvidadas: igualdad que deviene de la dignidad humana. Ahora trataré de exponer: la igualdad en las elecciones públicas.
He de empezar diciendo que los derechos políticos de cualquier persona pertenecen a la primera generación de derechos humanos, los cuales defienden el valor de la libertad, traducida en poder votar, ser votado o poderse congregar libremente, de manera pacífica, para tomar parte en los asuntos políticos del país.
Así es como cualquier persona que considere tener las aptitudes y requisitos legales para poder ocupar un cargo de elección popular, debe comenzar siendo un aspirante, para luego un precandidato, un candidato y si las demás personas votan a su favor, la persona electa que asumirá el cargo público por el cual contendió.
Actualmente se han interpuesto un gran número de quejas ante el Instituto Nacional Electoral, en contra de personas que quieren aspiran a ganar la encuesta de su partido para convertirse en precandidatos y posteriormente convertirse en el candidato de su partido rumbo a la Presidencia mexicana, verbigracia: Marcelo Ebrard Casaubón.
Lo que hay que analizar, es la delgada línea que existe entre el ser un aspirante y un precandidato, puesto que como ha manifestado la jurisprudencia de la Sala Superior, cuando una precandidatura única está sujeta a un proceso de ratificación al interior de su partido político, sí puede realizar actos de acercamiento con la militancia, siempre que no impliquen actos anticipados de campaña.
Por lo que, rescatando el ejemplo de Marcelo Ebrard, este aspirante sí puede acercarse a la militancia de MORENA para discutir sobre el mecanismo que más convenga para determinar quiénes van a ser los precandidatos que aparecerán en la encuesta por medio de la cual, hasta el día de hoy, ese partido decide al candidato que va a competir contra los demás partidos o coaliciones para llegar a ser Presidente de la República.
Pero no solo son las quejas en materia electoral a lo que ha de enfrentarse, sino que dicho mecanismo de encuesta al interior de su partido, tiene que reflejar que se contarán con las mínimas condiciones de igualdad, como que se efectuará por una empresa o casa encuestadora totalmente parcial, que sobre la misma no influirá ninguna autoridad moral interna o externa, y que como ya habíamos hablado, cualquier persona que cuente con la mejor experiencia y que reúna los requisitos exigidos por la ley, pueda llegar a convertirse en el Presidente de México. Y así, la igualdad vuelve a cobrar importancia, ahora en la democracia nacional y de cualquier país. ¡Piso parejo!