Raúl Avilez Allende.*
No estaba planeado. El grito de ¡Presidenta! fue espontáneo. Hasta se notó la incomodidad de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, cuando el grito unificó al Auditorio Nacional. Pero justo esa naturalidad es lo que hace de este destape un arranque serio, fuerte, que ya preocupa, en serio, a los conservadores.
Las candidaturas más fuertes y sólidas son las que surgen desde abajo, no las que son impuestas desde la cúpula. Así surgió la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador desde finales del 2002 y a principios de 2003 tuvo que salir a decir, “a mí, denme por muerto para el 2006”.
Pero los gritos de ¡Presidente! seguían surgiendo de manera espontánea en los eventos y recorridos que realizaba en las entonces delegaciones políticas y en los estados del país. Igual que entonces, los conservadores ya se alarmaron, están preocupados y como en esos años, ya echaron a andar una estrategia para mermar la fuerza de este movimiento natural que ve en Claudia Sheinbaum la primera presidenta de México.
La cúpula del poder económico en México empieza de nuevo con la campaña negra que se vivió en el pasado proceso electoral. Claro, como no ha habido sanciones del INE, de Lorenzo Córdova, de la UIF, de Santiago Nieto, ni de la FEDE, de Ortiz Pinchetti, le apuestan nuevamente a la impunidad y tratan de generar en el imaginario colectivo la idea de que la jefa de Gobierno ha caído de la gracia presidencial.
Nada más alejado de la realidad. Por el contrario, el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene muy claro que el futuro de la 4T pasa forzosamente por cuidar a la precandidata natural y consentida del obradorismo, Claudia Sheinbaum. Así lo demostró al desviar las baterías de la Línea 12 hacia Palacio Nacional. Él tiene una cualidad y la capacidad que le permite asimilar y diluir de mejor manera los costos de esta tragedia.
Aunque no estaba planeado este destape anticipado, Claudia Sheinbaum sabe que lo mejor que puede hacer ahorita es concentrarse en realizar un buen gobierno. Y lo está haciendo, solo hace falta comunicar bien y territorializar los programas sociales y de gobierno. No clientelarmente, sino lograr que la gente esté consciente que son logros de un gobierno de izquierda, se identifique con ese gobierno, adopte los programas y los defienda. Eso, justo eso hizo el entonces jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, con la pensión universal a adultos mayores.
Y en esta tarea debe regresar a ser protagonista la sociedad civil organizada, aliada histórica de los gobiernos liberales y progresistas. La corrupción de algunos dirigentes no debe divorciar al gobierno de las ONG’s, organizaciones y movimientos sociales, organizaciones culturales, representaciones vecinales y liderazgos territoriales. Es tiempo de desempolvar banderas. Es tiempo de la CDMX.
ENTRE GITANOS.
1) El mejor discurso en el festejo del tercer aniversario del triunfo de la 4T, fue sin duda el de Claudia Sheinbaum. Sintetizó y expuso en su justa dimensión los logros de la Cuarta Transformación en el país y en la CDMX, pero lo más importante es que retomó las banderas de la lucha histórica de la izquierda progresista en México. “Por el bien de todos, primero los pobres”, está de regreso.
2) El gran ausente en el festejo del triunfo morenista fue el Canciller, Marcelo Ebrard. Tuvo que estar a nueve mil kilómetros en la ciudad de París, ¿coincidencia o clara señal?
3) El senador Ricardo Monreal no podía ir ni por error, sabe lo que hizo en la elección y conoce las consecuencias. Debe mantener bajo perfil, recuperar la confianza presidencial y esperar que las y los gobernadores electos a los que ayudó le devuelvan el favor.
4) En el mes de octubre caería muy bien una gira del presidente Andrés Manuel López Obrador, por las 16 alcaldías de la CDMX. Necesita avivar la llama del obradorismo, despertar al gigante dormido. Esto desatará tormentas conservadoras, pero preparará el camino rumbo la ratificación de mandato a realizarse el 21 de marzo del 2022.
*Especialista en Ciencia Política y Gobierno.
avilezraul@hotmail.com