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Salvemos a los niños

Salvemos a los niños

Columnas viernes 17 de enero de 2020 -

El suicidio de un niño de 11 años después de haber asesinado a su maestra y herido a varios de sus compañeros ha desatado un sinfín de conjeturas sobre el porqué de la actuación del menor, lo único cierto es que si no se toman medidas urgentes no será la última vez que escuchemos que un pequeño prefiere matar y morir antes que seguir viviendo bajo el estrés, abandono y violencia en la que están inmersos.

Ya está demás decir que el abuelo, por cierto, ya preso en una cárcel de Coahuila, fue responsable directo por tener armas, las mismas que utilizó el menor para cometer el delito y luego quitarse la vida.

Lo ocurrido en Coahuila es parte de ese monstruo de mil cabezas (posiblemente más) que conocemos como “violencia”, para el que todos quienes deseamos sustraernos a él debemos poner de nuestra parte para contrarrestarlo. ¿Cómo? Me preguntarían amables lectores, primero y lo más importante es el cuidado, protección y educación que reciben en el seno familiar.

El momento actual en el mundo es de violencia, se vive y siente al interior de las familias que en un alto porcentaje terminan siendo disfuncionales; en las escuelas donde se ha privilegiado los derechos laborales de los maestros a su capacidad intelectual y moral para enseñar a los niños el valor del respeto hacia su persona y hacia su prójimo.

Para entender el problema que comentamos es necesario aceptar que la violencia está en todas partes, y que en un mismo lugar se manifiesta de maneras distintas. En las escuelas, la seguridad depende de las autoridades educativas, de la dirección del plantel, de los padres de familia y, quizás, hasta de los alumnos.

La obligación de las autoridades no es tener respuestas inmediatas, por huecas que puedan ser, sino tener elementos para evaluar un fenómeno, detectar los lados débiles y tomar decisiones para fortalecer esos lados, es decir, para que antes de encontrar culpables busquen a los responsables de evitar situaciones graves.

Si en el seno familiar las condiciones de convivencia no son las adecuadas por obviedad los niños van a llevar a la escuela sentimientos de frustración y odio, por lo que es aquí, en los centros educativos donde debe darse la prevención a través de detectar con el apoyo de psicólogos el estado emocional de los menores y así evitar tragedias como la ocurrida en el Colegio Cervantes.

Les guste o no a nuestras autoridades, en materia de educación no se puede echar andar estrategias de ahorros, al igual que en la salud, es en ambos casos donde el Gobierno federal debe ejecutar más presupuesto para salvar vidas.

No deben olvidar que si los niños no tienen valores firmes, el ambiente familiar, el escolar y todo lo que observan en las redes sociales es demasiada información que en ocasiones ni un adulto sabe como manejarla, menos un niño.


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/CR

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