No importa no conocer tu rostro, el no haberte visto nunca; quizá te cruzaste en una estación unos minutos, en la calle, o eras quien manejaba el autobús, quien atendía la caja en el súper… Cuando fui al hospital entraste con tu bata de doctor, me saludaste y me preguntaste a qué piso iba, y ahí desapareciste en el pasillo. Cuando manejaba, recuerdo me hice a un lado para dejar pasar a la ambulancia; fueron segundos que me encontré con tus ojos, agradeciste con la cabeza, y aceleraste yo como millones seguí mi camino.
En el colegio de mi hijo, hubo una feria de matemáticas. Saludé al profesor sin saber sería la última vez que lo veía. Antes de ir a la cabina era parte del ritual, saludar a Ramón, trabajábamos juntos, hoy sólo me queda su sonrisa de recuerdo. Todas esas personas hoy no están: el doctor salvó vidas y perdió la suya, el chofer de la ambulancia, esos hombres y mujeres con historias, y planes se fueron en un respiro literal porque en estos tiempos hemos descubierto que el oxigeno, los suspiros son vida; ahí quedó en el clóset ese vestido de brillos que María pensaba usar esta Navidad, sus ojos fueron lo último que varios vieron antes de morir, una mirada cubierta con lentes y careta cuando cubría agotadores turnos como enfermera. María murió hace dos meses y sus dos niños, de 6 y 4 años, buscan el calor de los brazos de mamá que el Covid se llevó.
Diciembre es un mes de contrastes para muchos es la época más hermosa del año, todos están en ambiente festivo, pero no este 2020. El parque luce oscuro, sin niños, las tiendas cerradas, la gente en momentos agradece taparse el rostro con el cubrebocas porque también tapa la tristeza, la impotencia de los padres de no poder comprar regalos para sus niños que este año más que nunca merecen un juguete.
Estos hombres y mujeres; doctores, enfermeras, maestros, padres, niños, y quienes mantienen al país de pie son los personajes del año, son quienes con su tezón, su fe, nos dejaron una gran lección, un año que es un antes y después.
Este 24 de diciembre en millones de los hogares de nuestro y México y el mundo habrá sillas vacías porque nada ni nadie puede llenar a quienes esta pandemia nos arrebató; en la mesa hablaremos de ellos, si lloraremos, pero siempre porque así es la vida, secaremos la tristeza y nos perderemos en las luces del árbol de Navidad, la fe siempre es más fuerte, somos robles.
Te deseo una gran Navidad y un gran cierre de año aún en estas circunstancias, Puerta de Embarque se cierra unos días, pero espero nos encontremos con más historias en 2021. Te abrazo.
TWITTER @lauperezcisnero