En tan crítico año, entre las únicas buenas noticias que hemos tenido es saber de la fortaleza del campo y la producción agroalimentaria que está en punto de superávit (se produce en el país más de lo que se compra fuera). Ahora.
Sin embargo, y sobre la primicia de que el glifosato (molécula base para proteger cultivos, herbicida) es cancerígeno entre otras cosas, hasta ahora, solo México y Vietnam, en el mundo se la creen, o pretenden hacerlo creer, y los campos empezarán a estar protegidos.
El tiempo y los ciclos de cosecha apremian para combatir la idea con argumentos y estudios que muestran su efectividad en el campo sin rastros de daños a la salud. Pero urge, porque a medida que las semanas pases lo que están en riesgo y sin protección son los cultivos.
Y más allá, peligra la alimentación de los más de 126 millones de mexicanos que estamos aquí, donde se prohibió la sustancia y se invita a sustituir los alimentos que no se producen en tierras nacionales con importaciones.
La historia y los hechos. El 25 de noviembre de 2019 la Semarnat prohibió la importación de glifosato argumentando que estudios científicos demuestran los daños del plaguicida a organismos vivos y al ambiente.
En enero de 2020 la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos determinó que la exposición al glifosato es segura. La Agencia Reguladora del Manejo de Plagas de Canadá, señaló también: "el peso total de la evidencia indica que es poco probable que el glifosato presente un riesgo de cáncer humano”. Y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil agregó: “la sustancia no presenta características mutagénicas o carcinogénicas; es decir, no produce cáncer y tampoco es un alterador endocrino pues no interfiere con la producción de hormonas”.
Y si es necesario más evidencia. La Autoridad Australiana de Plaguicidas y Medicamentos Veterinarios citó desde hace tres años: "la exposición al glifosato no representa un riesgo carcinogénico para los humanos”. Autoridades regulatorias de 160 países, incluyendo los Estados Unidos, Europa, Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Australia y México han reafirmado públicamente que no hay evidencia que vincule al glifosato con ninguna enfermedad humana.
De mantenerse la prohibición para importar glifosato, la producción de los principales alimentos en la dieta de los mexicanos: maíz, arroz, frijol, trigo y café –entre otros- frutas y verduras, podría caer entre 30 y 40 por ciento. Estas caídas afectarán al medioambiente y de forma directa a 7 millones de agricultores, más otros 24 millones que dependen de diversas formas de la agricultura, base productiva del país según datos del Inegi.
Todos los países con los que México compite en producción agroalimentaria (EU, Brasil, Argentina, Colombia, Chile y Perú, entre otros) tiene aprobado el glifosato. La opción para que los pequeños y medianos agricultores combatan las malezas es que retrocedan 40 años. ¿Eso es lo que queremos para tener como base de nuestra alimentación el maíz y el frijol? Difícil.