Trabajadores del gobierno, sector más golpeado

Gran error, los que hemos trabajado en el sector público, sabemos que la inmensa mayoría de los trabajadores ha dedicado su vida entera a servir a la gente.

Olvida que la mayoría de los trabajadores lo apoyó en 2018 y mantienen esa imagen positiva del Ejecutivo federal; sin embargo, muchos se han visto afectados por la mala ejecución de las políticas públicas que la transformación del país exige.

Las ideas del mandatario son en su mayoría correctas y necesarias, pero de su concepción a su ejecución en las áreas operativas y administrativas, hay mucho trecho. El camino está lleno de floreros y los que han pagado las consecuencias de una mala implementación son las y los trabajadores.

El presidente y su gabinete requieren auténticos operadores políticos y administrativos que sepan qué hacer y cómo hacerlo. Hay buenos servidores públicos que están congelados por sus jefes, desaprovechados por la simple desconfianza de haber colaborado con la anterior administración. Eso se llama discriminación y la Conapred brilla por su ausencia.

Veo titulares de área enamorándose del escritorio, de la oficina, de los vehículos y del poder que implica tener una alta responsabilidad. Todas y todos los altos mandos van de paso, las trabajadoras y trabajadores de base no. Entre más se tarden en aceptarlo, más tiempo habrán perdido para lograr los cambios.

Cuando se busca hacer equipo con el personal, se les brinda la oportunidad de demostrar lo que saben hacer, se muestra interés en sus actividades y en lo importante que son para la organización, entonces y solo entonces se logran grandes cosas.

Bien lo dice el tempoliberólogo Demetrio Valdez, es mejor hacer de los buenos funcionarios mis amigos, que hacer de mis amigos funcionarios. Los trabajadores siempre tienen el remedio y el trapito, cuando uno va, ellos ya fueron y regresaron 10 veces. Se sorprenderán de la cantidad de soluciones que han tenido guardadas durante años de indiferencia y menosprecio.

La desconfianza genera desconfianza. No vean solo nombres y rostros, vean personas, familias, vidas y legítimos intereses. Ayúdenles cuando lo necesiten y les ayudarán sin darse cuenta. Trasciendan la relación sin romper la barrera del respeto y se ganarán su apoyo incondicional.

Dijo Maquiavelo que es mejor ser temido que ser amado, pero yo digo que es mejor ser respetado. Si lo logran no necesitarán gritar y manotear, no necesitarán aplicar medidas disciplinarias, ni exigir trabajo duro y los resultados llegarán solos.

Ser buen funcionario no es trabajar dieciséis horas al día, de lunes a domingo, sin vacaciones, ganando muy poco y descuidando a la familia. Por supuesto que exige un alto compromiso y que brinda la enorme satisfacción de servir al pueblo, pero todo exceso es malo, hay que buscar el punto de equilibrio, la justa medianía.

ENTRE GITANOS

Ya están circulando entre los trabajadores del gobierno de la CDMX y las 16 alcaldías, los lineamientos para su regreso a las actividades. No se han puesto a analizarlos detalladamente, pero en cuanto se enfrenten a la realidad, vendrán las inconformidades y los desacuerdos. Hay mucho por hacer, organizar cursos de capacitación para miles de trabajadores, diseñar un programa de atención psicoemocional que permita la reincorporación a la vida laboral, licitar los materiales de protección, organizar los calendarios y horarios de trabajo escalonado, y programar las acciones de mantenimiento para garantizar la funcionalidad de los inmuebles. Espero que la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum apoye con los recursos necesarios.