El capitalismo es el sistema de producción basado en la explotación del hombre y en la destrucción de la naturaleza. México tiene un sistema capitalista, un capitalismo a la mexicana, en un mundo dominado por el mercado. Compro luego existo. El avance en los derechos y libertades de los últimos cuatro siglos en el mundo occidental se expresan en los límites que las sociedades han impuesto al capitalismo.
El turismo como concepto y como práctica, nació en el Siglo XIX, es un invento burgués, relacionado con el placer, ocio y consumo. Antes no había turistas, había viajeros, aventureros, comerciantes, exploradores y conquistadores.
Algunos dirán que me ganó el impulso marxista, quizá sí, porque estamos a un año del bicentenario del fallecimiento de este filósofo alemán. Se extraña la presencia de grandes pensadores en tiempos de frivolidades y estupideces en redes y medios de comunicación. El hecho de que, en nombre de postulados marxistas, se hayan construido regímenes autoritarios detestables, que afortunadamente ya no existen, no anula la crítica que Marx hizo al capitalismo.
Desde el punto de vista de la naturaleza, el saqueo y destrucción de la Península de Yucatán inició con la llegada de los conquistadores y colonizadores españoles. Las propias condiciones naturales formaron una barrera que contuvo hasta cierto punto la destrucción. En los siglos XIX y primeros años del XX, el saqueo de los tesoros arqueológicos mayas fue inmenso. La siguiente etapa de destrucción, ocurrió cuando Quintana Roo adquirió el nivel de estado e inició la construcción de Cancún. De esos años a la fecha, Playa del Carmen, Tulum, Puerto Morelos, Akumal, Holbox, representan un milagro económico y una tragedia ecológica. La devastación y saqueo de la Península, en aras del progreso y el turismo, ha sido constante. La construcción del Tren Maya es un eslabón más en este deterioro.
Los sistemas ecológicos de la Península de Yucatán no necesitan ni al Tren Maya, ni a las grandes cadenas de hoteles. No necesitan turistas que vengan a consumir, ni a tuluminatis que vengan a meditar. Desde hace años, el planeta perdió la Península de Yucatán como una reserva ecológica, pero el capitalismo nacional e internacional ganaron otro gran centro de consumo y de contaminación. La pregunta: ¿Cómo conservar lo que queda?
No les creo a los que salen en un video con cara de preocupados por una devastación que ya ocurrió y de la que ellos fueron parte. Tampoco le creo a un gobierno que se niega al mínimo ejercicio de autocrítica. ¿Se podría construir un tren y al mismo tiempo respetar la naturaleza? Sí. Hay dinero y la ingeniería para hacerlo, lo que no hay es visión, ni en los que construyen, ni en los que se oponen.
La política es de bronce.