Columnas
Ante la llegada de Trump a la Casa Blanca por segunda vez, del día de ayer, recordé una historia que ya conté en estas mismas páginas, que le cuento hoy por parecerme indispensable.
Cuando el cernícalo naranja ganó la elección presidencial de 2016, un enorme grupo de estudiosos y estudiosas del desarrollo político y la política comparada de los Estados Unidos, se reunieron entre azorados y apresurados para examinar el estado de su democracia.
Sabían que en general la ciencia política norteamericana no había estudiado suficiente y oportunamente la perspectiva de un deterioro democrático severo, y menos la del cambio de régimen. Sabían que algo tenían que hacer.
En noviembre 2019 organizaron una gran conferencia sobre Resiliencia Democrática en la Universidad de Cornell. Fue un evento académico con expertos y expertas de muchos centros de estudios superiores del país y del exterior, como Oxford, Harvard, Columbia, Princeton, Berkeley, Johns Hopkins; de universidades de Virginia, Washington, Georgia, Pennsylvania, Marquette, Louisiana; y de la Koc University, de Estambul, Turquía.
El libro “Resiliencia Democrática” es producto depurado de aquel evento. El tomo, de un poco más 400 páginas, cuenta con 15 estudios interesantísimos, agrupados en cinco secciones: 1. ¿Por qué la polarización lesionaría la democracia? Teoría y Comparación. 2. Instituciones Políticas en tiempos polarizados. 3. Polarización social y partidización. 4. ¿Círculos viciosos? La relación entre conductas polarizadas e instituciones. 5. ¿Puede la acción política salvar la democracia en tiempos polarizados?
En lo que podría ser el prólogo, el texto afirma ser lo contrario de aquel famoso libro de Levitsky y Zibblatt que abordó la muerte de las democracias. En el ensayo inicial, “Cómo resisten las democracias”, de Susan Mettler, Robert Lieberman y Kenneth Roberts, coordinadores de aquel evento académico y del libro, presentan su propia definición: “La resiliencia democrática debe ser entendida como la capacidad de un sistema para soportar un ataque mayor, como una polarización extrema, y seguir desplegando las funciones básicas de la gobernanza democrática: rendición de cuentas electoral, representación política, controles eficaces del poder excesivo o concentrado y decisiones colectivas.”
Reconocieron que aunque las dinámicas de la polarización han sido ampliamente estudiadas, poco se había escudriñado para entender mejor cómo afectan a las democracias y cómo o qué tanto los sistemas políticos podrían ser resilientes a los embates del autoritarismo competitivo. Es decir, se requería investigar si toda polarización genera erosión democrática significativa y con qué herramientas cuentan los sistemas democráticos para prevenir y repeler esos ataques y, en su caso, reponerse.
Con el evento de ayer en Washington, D.C., quizá las y los politólogos referidos deberían considerar un segundo tomo, y ofrecernos claridad sobre lo que en realidad viene en términos del régimen político norteamericano, que impactará a todo el planeta.
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