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Este artículo lo quiero dedicar a las copas de vino, ya que es el accesorio más importante para que un vino nos sepa bien y su color se vea perfecto. Una buena copa de vino debe de estar fabricada con cristal transparente incoloro para poder apreciar el color y la pureza del vino. Además, debe de estar fabricado con materiales de buena calidad que puedan resistir a los cambios de temperatura.
A los que nos gusta el vino, nos interesa conocer los detalles que lo rodean ya que nos envuelven en un mundo único y lleno de detalles interesantes en el que se valoran elementos como los tipos de copa adecuadas para servir cada uno de ellos y lograr que sus aromas, texturas y sabores se potencialicen.
La nitidez, la pureza, la forma y volumen del cristal influyen mucho y de manera drástica en las sensaciones de cada sorbo, por lo que servir el vino en copas diferentes brinda sabores distintos. La copa es el recipiente idóneo dónde debe servirse el vino. Aunque su uso está hoy totalmente extendido, su origen es más desconocido.
Pero vamos a iniciar este articulo con poquita de historia sobre las copas. ¿Adónde, quién y cómo han decidido qué copa es la adecuada para tal vino?
A lo largo de la historia, las copas han ido evolucionando mucho y han cambiado según el tiempo. Antiguamente se tomaba el vino en diferentes materiales; los cavernícolas hacían unos de cráneos o conchas marinas. Unos siglos después, los pueblos del sudeste de la península ibérica durante la edad de bronce se encargaban de fabricar copas de arcilla cocida. Eran objetos característicos de los ajuares de dicha civilización. Los romanos y fenicios usaban una única copa para toda la familia, esto se debía al alto precio; solo las familias ricas podrían permitir una de lujo y muy pesada. Los descubrimientos arqueológicos evidencian el uso de las mismas que hicieron los griegos y romanos, y cómo gustaban de labrar y adornar sus copas, en muchos casos lo hacían con dibujos referentes al vino. En aquel primer período, las copas eran símbolo de lujo y poseerlas, era señal de un elevado estatus social. No se sabe a ciencia cierta ni cómo, ni dónde, ni cuándo se descubrió el vidrio, este material que tan práctico y efectivo iba a resultar para la humanidad
La técnica de soplar vidrio permitió que se extendiese el uso de las copas para beber vino, aunque seguían siendo objetos frágiles. En el renacimiento aparecieron nuevos modelos con diseños y materiales espectaculares. A partir del siglo XVIII, el vidrio fue dejando su sitio al cristal que era más brillante y maleable. En realidad, el origen de la copa fue anónimo cuando se originó; no se sabe con exactitud, pero se cree que los fenicios fueron los primeros en elaborar una copa, mientras que los vinos de calidad se degustan en copas altas y anchas; muchas personas de clase media siguen bebiendo vino en vasos cónicos o vasos de cristal.
A lo largo del siglo XVIII se desarrolló todo un muestrario de modelos de copas de cristal, que se irían estilizando con el paso de los años. Las primeras piezas de cristal labrado fueron dando paso a otras más finas y ligeras. Por otro lado, las copas de color se comenzaron a utilizar para enmascarar la turbidez de los vinos blancos. Durante el siglo XIX, los alardes decorativos de las copas disminuyen considerablemente y se empiezan a desarrollar formas y tamaños según el vino, una idea que no tardó en imponerse. Fue a mediados del siglo XIX cuando las mesas bien decoradas pasaron a ser una cuestión de elegancia y buen gusto. Por esos años se comienzan a disponer las vajillas, cubiertos y cristalerías para cada comensal con una distribución meditada, buscando la armonía y la estética del conjunto.
Hoy sabemos que un buen catavinos debe estar hacho de un vidrio fino, liso, transparente, incoloro y sin adornos. Es importante contar con una copa cuya boca sea menos al diámetro de la base para que los aromas se concentren en el espacio que no tiene vino. El diámetro de la boca, su curva y el tamaño de la copa donde el líquido conectará con nuestra lengua, son de gran importancia para tener una buena experiencia al tomar un vino.
¿Qué copas son las adecuadas para tomar vino?
Las copas para beber vino tinto deben de tener un cáliz que es la parte superior más grande y una boca más abierta que las de vino blanco ya que sus aromas y sabores son más fuertes y requieren una mayor oxigenación. En términos generales, una copa de vino tinto es más grande que una copa de vino blanco para que permita sumergir la nariz en el tazón para detectar los aromas.
Las copas de vino blanco deben de ser más pequeñas y presentan una apertura mas chica ya que sus aromas no necesitan tanta oxigenación. Una clásica copa para vino blanco tiene un tazón en de la letra U y más recto que un tinto.
Para los vinos dulces, la copa es más chica para poder dirigir el vino a la parte posterior de la boca para que el dulzor no nos gane.
Las copas del espumante tienen un cáliz estilizado que se ensancha en la base para permitir al vino expresarse sin perder temperatura. Es larga y estrecha para retener la carbonatación y capturar el sabor del vino.
Es importante recordar que antes de servir el vino, las copas tienen que estar limpias y secas sin ningún sabor o aroma extraño o de algún vino que se haya servido en la misma copa anteriormente.
Existen un montón de diseños de copas. Las mas conocidas son: Burdeos, Borgoña, Syrah, Sauternes, Chardonnay, Porto, y Flauta.
Las marcas más importantes de cristalería para vinos son:
Riedel, Zwiesel, Stölzle, Zalto, Chef & Sommelier, Bohemia, Spiegelau, Lucaris entre otras, ya que hay mucha variedad en el mercado y uno puede elegir según su gusto y su presupuesto.
En cuanto a mí, me puedes escribir a anaisdemelo@columnist.com con cualquier duda o pregunta sobre vinos
¿Y tú, ya fuiste por tu copa?