Magia de El Cascanueces desborda el Auditorio

POR MARTHA ROJAS

Con la participación de 150 bailarines y una coreografía de Nina Novak, basada en la original de Lev Ivanov, el clásico de ballet El Cascanueces a cargo de la Compañía Nacional de Danza regresó al Auditorio Nacional.

El montaje, cuya primera función se presentó el viernes pasado, ofrecerá temporada hasta el 23 de diciembre. En su primera noche sorprendió a los asistentes con la inclusión de niños y adultos en el montaje, quienes acompañados con la música de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes deleitaron al público con un espectáculo en dos actos.

El Coloso de Reforma se rindió ante una espectacular coreografía, en al que los colores fríos como el azul y el morado acentuaban la fantasía que se creó en torno a los bailarines. El montaje inició cuando el telón se abrió y en medio del escenario apareció un gran huevo Fabergué, la música de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes comenzó a sonar bajo la dirección de Srba Dinic.

A dúo, solos y en colectivo, los bailarines dieron muestra de la técnica del ballet, pero sobre todo en cada una, la fragilidad en que ellos y ellas ejecutan en cada uno de los pasos y movimientos.

Todo eso aunado a hermoso vestuario y una iluminación perfectamente sincronizada, que enriqueció la átmosfera del ballet clásico.

La historia comienza en la víspera de Navidad, cuando se hacen los preparativos para la gran noche en casa de 'Clara' donde se encuentra toda su familia y amigos. Los niños desfilan por el salón ante el árbol de Navidad. Llega Herr Drosselmeyer con sus mágicos obsequios: un arlequín, una colombina y un moro, que danzan para deleite de todos.

'Clara' queda maravillada con el espectáculo de los juguetes y quiere que sigan bailando toda la noche, pero sus padres le explican que su actuación ha terminado. La niña entristece, y al ver sus lágrimas Herr Drosselmeyer le entrega un juguete que ha creado para ella: un Cascanueces que luce pequeño junto a los enormes muñecos bailarines; al verlo, 'Clara' deja de llorar. Fritz, su hermano, disgustado por no tener un obsequio, arrebata el cascanueces a 'Clara' y lo rompe. Drosselmeyer repara el muñeco y el padre de la niña lo coloca junto al árbol, donde estará a salvo. Se hace tarde y todos bailan la última danza.