Columnas
El presidente electo de Estados Unidos ha empezado muy temprano su juego, y bastó un post en su red social para poner a temblar a dos países enteros, en uno más que en otros.
En Canadá acusaron recibo de inmediato de la amenaza de gravar con aranceles las exportaciones hacia Estados Unidos, con una tasa de 25 por ciento, de inmediato las huestes de Trudeau se pusieron a trabajar y el día inmediato de la amenaza de Donald Trump el primer ministro canadiense estaba al habla con el presidente electo de la nación más poderosa del planeta.
En México la primera reacción de la presidenta Sheinbaum fue bravucona, a saber si aconsejada por alguien o por iniciativa propia, para el caso es exactamente lo mismo. En una misiva que de inmediato muchos comentócratas casi convirtieron en un documento litúrgico calificando de "respuesta contundente", de la presidenta, la susodicha le recordaba a Estados Unidos y su presidente electo el gran problema de consumo de drogas que tienen, le decía que los muertos los pone México, y lo invitaba a dialogar.
Los mismos lugares comunes de siempre, con esa vieja costumbre de los mexicanos de culpar a otros de nuestros males, solamente le faltó decirle a Trump que se acordara que el estado de Sinaloa está envuelto en llamas gracias a que un grupo élite de las fuerzas especiales de Estados Unidos entró al país para sustraer al vetusto y legendario líder del cártel de Sinaloa, Ismael "Mayo" Zambada, Don Ismael para que no se enojen en Palenque, quien como supimos después prácticamente se paseaba a sus anchas por la entidad; del operativo las autoridades mexicanas estuvieron y están totalmente ajenas, por su manifiesta complicidad con el capo.
Pero la cereza del pastel de la respuesta que según los comentócratas era "contundente" y que en realidad fue torpe y hasta grosera, era la frase de "a un arancel seguirá otro arancel", que incluso algunos medios en donde trabajan comentócratas que dicen que siempre tienen información fresca y nunca publican nada viejo, publicaron el día después en sus pasquines como la gran nota, algo así como "¿Porqué sí va a ganar Meade la presidencia"?
La burda respuesta de la presidenta Sheinbaum era una torpeza absoluta, y hay que reconocer que de inmediato alguien con un poco de sentido común aconsejó u obligó a que se corrigiera. El miércoles, suponemos que derivado de un intenso trabajo (que debieron hacer desde un inicio), la presidenta Sheinbaum pudo hablar con el hombre naranja, próximo inquilino de la Casa Blanca, era de sentido común.
Y también en las horas recientes la propia presidenta hizo una declaración contraria a lo que escribió o le escribieron en su carta burda y grosera; dijo palabras más o palabras menos que de ninguna manera habría una guerra arancelaria con Estados Unidos.
Claro, seremos muy dignos como mexicanos, muy trabajadores, muy patriotas, muy todo lo que se quiera, pero la realidad esa si es dura y contundente, si México se pone a jugar con Sansón a las patadas, a Estados Unidos le va a provocar una gripa, pero el país se autoprovocará una pulmonía o una infección por Covid en fase terminal.
En una eventual guerra arancelaria con la potencia mundial solo un país perdería mucho, su economía sería devastada y los efectos serían dramáticos, no decimos el nombre de ese país para que no se enojen, pero es uno en donde dicen que todos están felices, felices y les va requetebien.
También en ese país el episodio reciente estelarizado por su máxima autoridad, en reacción a un amago de Donald Trump, hizo recordar a un personaje muy popular cuya frase inolvidable era: "Como digo una cosa, digo otra"; ojalá ese peligroso síndrome no se vuelva una constante en quien tiene la responsabilidad de llevar el timón de dicha nación.