“En un país feminicida, lo político es doméstico y lo doméstico es político”

martha.rojas@contrareplica.mx

“En un país feminicida, lo político es doméstico y lo doméstico es político”, dice a ContraRéplica la escritora Brenda Lozano quien recientemente lanzó una de sus novelas más ambiciosas: Brujas (Alfaguara, 2020), un relato en el que aborda la violencia de género en los contextos rurales, específicamente es un poblado muxe llamado San Juan de los Lagos, donde naciero “Paloma” y “Feliciana”.

Las protagonistas de este relato son tres mujeres: “Paloma”, muxe, “Feliciana”, curandera de El lenguaje, y “Zoé”, una periodista escéptica que busca las respuestas a un feminicidio. Cuando "Zoé" conoce a "Feliciana" se da cuenta de que México no sólo es un país surrealista, sino complejo y a veces inexplicable. Racionaliza el hecho de el lenguaje cura y enferma, por igual.

Antes de ser "Paloma", era "Gaspar" el curandero. Renunció al poder de la sanación por su amor a la noche y a los “hombres”, pero fue cuando era Ella, fue asesinada. La historia de "Feliciana","Paloma" y "Zoé" es una historia de tradición, violencia, perspectiva y cambio.

“La ficción es un espacio de libertad muy chingón porque te puedes extender, puedes navegar, ir de una pregunta a otra. Me urgía escribir un libro así porque buscaba respuestas. Quería preguntarme muchas cosas, pero fuera de mi contexto de mujer blanca. Quería hacerlo desde un espacio rural. ¿Qué significa la maternidad, el abuso y la violencia?. No encontré nada más que muchas preguntas y algunas explicaciones personales. ¿Cómo explicar un feminicidio?”, cuenta la también traductora. Acerca de la protesta feminista que sucedió el 8 y el paro nacional del 9 de marzo —de los cuales Brenda dijo serían históricos—, la autora mencionó la inconcebible forma de abordar el tema desde los organismos estatales y presidenciales.

“El Estado no responde a la presión que hay en las calles. AMLO es el primer presidente de la izquierda y parte de ese triunfo se lo debe a lo que pasó en las calles. Es irónico que no escuche al poder que lo llevó a un puesto cuya consigna es servir”, mencionó ante la falta de claridad en la estrategia al combate contra la violencia de género.

En ese sentido la autora expresó la necesidad no sólo de reformar políticas sino los hábitos a nivel del hogar, pues consideró que en el hogar y en el lenguaje se encuentran los nodos centrales del tema. La columnista de El País mencionó su compromiso con la literatura y con una posición política e ideológica que le expandió la manera de concebir su propia femineidad.

“Ser feminista ha sido un proceso muy personal. Yo estudié literatura y conforme leía me daba cuenta de que en el canon predominaban los nombres de hombres. Entonces comencé a ver que muchas escritoras en español hacían y hacen muchas cosas interesantes que quedan relegados de los catálogos. Hace 30 años los premios los disputaban los hombres. Ahora hay nombres de mujeres disputando esos premios. A veces me pregunto ¿cuál sería la idea del arte si el nombre de ellas estuviera ahí?. Seguramente sería otra narrativa”, agregó.